Promesa

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—Mátame.

Jon se petrifico.

—No.

—No voy a detenerme, Jon. Así que tu única opción es matarme.

Jon negó con la cabeza, no iba a lastimarle. No había forma posible en la que pudiera siquiera pensar en levantarle la mano. Quizá antes lo hizo, pero ahora todo era diferente. Ellos eran diferentes, pero se negaba a creer que el sentimiento hubiera cambiado como ellos. Se amaban. Al menos el lo amaba con desesperación.

—Mátame, Jon —repitió alzando la voz, mirándole desafiante, esperando por su próximo movimiento.

El conflicto volvía ahora a sus ojos. No quería enfrentarse nuevamente a la separación, Damian le miraba tan decidido que dolía. ¿En realidad lo creía capaz de asesinarlo?

Estaba triste, molesto incluso. El mayor le había dejado solo un día, despertando con la cama vacía, las sábanas frías y una profunda sensación de abandono. Reviso el apartamento como un loco, buscando señal alguna de que el mayor volvería con él. No encontró nada... Pero eso ya lo sabía desde que despertó solo. Damian jamás le había dejado despertar solo desde que empezaron a salir. Era un trato implícito que ambos tenían.

Días después se enteró del motivo. Damian había vuelto con la liga de los asesinos y ahora se le conocía como la cabeza del demonio.

Intento hablar con él, hacerle entrar en razón. Pero se negó a verle. Eso no le detuvo por supuesto. Lo enfrentó, el mayor no explicó sus razones pero subrayó el término de su relación. No le necesitaba a su lado. No le quería a su lado.

Jon partió con el corazón roto y las lágrimas corriendo por sus mejillas.

Y ahora se encontraban luchando, Damian portaba el manto de la liga y Jon ahora era conocido como Superman ante el mundo, de los dos, él era quien más tenía que perder. Pero aún así claudico.

—Hay otra opción —murmuró, invadiendo el espacio personal del asesino. Intentando imponerse, demandando su completa atención.

Damian enarco una ceja, cruzando los brazos a la altura del pecho

Jon se quedó esperando por una pregunta que nunca llegó. Realmente esperaba que Damian le preguntará el que, cual era la otra opción.

Suspiro rendido antes de dejarse caer de rodillas. Mirando al mayor con anhelo, tomando su mano, besando sus nudillos que tenían más cicatrices de las que recordaba.

—Déjame unirme a ti —No había forma posible de que le permitiera irse, una vez juro que siempre estarían juntos, que le protegeria pasase lo que pasase

Planeaba honrar esa promesa.

Damián sujeto la mano de Jon como antaño, cubriendo la suya con la propia, anhelante.

—Una vez que te tenga, no te dejaré marchar —advirtió con un brillo peculiar en su mirada.

Jon asintió sin atisbo de duda. Damian debería saber que le seguiría al mismísimo infierno de ser necesario.

—Lo que sea por ti, amor.

¿Raro, no?

JonDami RandomOnde histórias criam vida. Descubra agora