Tarde

6.7K 545 22
                                    

Había llegado tarde.

Esas 3 palabras pesaban más de lo que debería. En realidad apenas si lo conocía, no eran amigos, ni siquiera compañeros, pero aun así, entre los dos había algo más.

Algo más.

Aún recordaba la primera vez que se vieron. Los nervios del momento más la torpeza de su recién dado estirón lo hicieron tropezar frente a él, lo que ocasionó que el mimado principito le dijera idiota, por supuesto, Jon no pudo quedarse callado, se levantó lo más rápido que pudo, limpio sus manos llenas de tierra en sus ahora rotos pantalones e hizo lo mejor que pudo por ignorar el bochorno que le había invadido.

La sonrisa de suficiencia de Damian le molestó más de lo que debería.

—Parece que a este Robin le falta comer lombrices, es bastante enano —se burló mientras se erguía, haciendo notar la clara diferencia de alturas a pesar de que Damian era tres años mayor.

Esas palabras fueron las únicas que necesito el mayor para lanzarse a atacar. A lo lejos escuchó decir a su padre que quizá aún no era el momento, era demasiado pronto. Jon no tenía mucho interés en lo que los adultos murmuraban, así que concentró toda su atención en repeler y devolver los golpes que su oponente le lanzaba.

A pesar de lo que Damian dijera, él no era idiota, sabía a la perfección el motivo de la reunión, ellos eran uno, compañeros, pareja, destino, almas gemelas... Había muchas palabras para definirlo y aún así, ninguna era la correcta. A Jon le gustaba denominarlo Carranam, ya que era la palabra que los guerreros acostumbraban usar para definir a su otra mitad.

Finalmente sus padres los separaron, aún no era el tiempo, eran muy jóvenes, su carácter aún se estaba desarrollando, Robin y Superboy debían crecer primero como personas, como héroes.

Jon asintió insatisfecho, convencido de que la culpa había sido de Damian, de manera que realizó la reverencia de rigor al monarca de Gótica y emprendió la caminata de vuelta al barco sin mirar atrás.

Si lo hubiera hecho, quizá habría visto unos ojos verdes observando con fijeza y con un poco más de suerte, quizá habría descubierto la profunda tristeza que se escondía detrás de ellos.

No supo más de Damian Wayne durante 3 años y en realidad no le importo, el príncipe se las había arreglado para dejarle la peor de las impresiones en los 5 minutos que habían estado juntos. Por él, el principito malcriado podía morirse y ahorrarle todo el compromiso.

Y aún así, cuando el grito desgarrador resonó en su cabeza, no dudo en salir corriendo a las caballerizas del castillo y emprender la larga travesía de 3 días al reino de Gótica, suplicando a cualquiera de los Dioses que quisieran escucharlo, que le permitieran ver de nuevo esa sonrisa de suficiencia.

Pero los Dioses hace mucho que dejaron de escuchar a los humanos, así que sus súplicas fueron ignoradas, su esperanza rota.

Había llegado tarde.

El ruido de los arbustos lo trajo de vuelta de forma abrupta a la realidad. Observó con lentitud cada uno de los rasgos de Robin, parecía tan tranquilo que daba la sensación de que solo estaba durmiendo, pero la espada atravesada en su corazón decía lo contrario: estaba muerto y jamás despertaria. No existía tal cosa como el beso del verdadero amor que logra arrancar a la princesa de las garras de la muerte, no había final en el que el bajaba al inframundo y recuperaba su alma.

No había nada y ya nunca lo habría.

—Aunque no lo creas, Damian tenía esperanza de que fueran todo aquello de lo que solo se habla en los cuentos.

—Rey Bruce, yo...

—Ahorratelo, nada de lo que digas o hagas traerá de vuelta a mi hijo. Marchate —ordenó.

Jon observó unos segundos más a Damian antes de asentir y comenzar la retirada, era él quién le había dado la espalda en primer lugar,  no tenía derecho a llorarlo, a anhelarlo. Y aún así, aún así, con cada paso que daba dejaba una parte más de sí.

—Hasta el día que nos encontremos de nuevo...

JonDami RandomWhere stories live. Discover now