Cuatro

617 65 10
                                    

Había cumplido doce años cuando terminó de leer una historia que le prometió no tener fin, aunque sí lo tuvo; Harry se sentía plenamente feliz en dos momentos: cuando abría un libro nuevo, y un millón de oportunidades se dibujaban en su mente, o cuando platicaba con Zayn en la acera, y un millón de situaciones se hacían posibles gracias a las palabras de su mejor amigo. En ese entonces, él no tenía claro por qué sus primos, en Holmes Chapel, habían terminado la escuela y empezaban, con alegría, otros estudios. ¿Quién quiere seguir estudiando luego de estudiar? No tenía sentido. Harry quería terminar la pesadilla estudiantil, tomar un cuaderno y escribir el mejor libro de la historia de los libros.

Pasados los dieciséis años, Harry había comprendido que los estudios universitarios eran necesarios para conocer y comprender mejor una rama exacta de algo de lo que había apenas dilucidado en la escuela. Sus amigos, a un año de graduarse de la secundaria, hablaban mucho sobre esas cosas en la hora del almuerzo, Zayn sonaba seguro cuando decía que, luego de terminar una carrera financiera, podría ser ascendido a administrador de la tienda de moto partes de su tío. Louis sonaba desconforme con la idea de seguir estudiando, había decidido darse una pausa e iría de viaje a Holanda, porque le encantaban las bicicletas, y la hierba. Liam quería irse de Londres, y no porque no le gustaba, más bien le encantaba y es por eso que durante feriados y vacaciones se dedicaba a explorar cada rincón; ahí estaba el problema: había explorado todo y quería conocer más. Por eso Liam se había decidido por estudiar Turismo y administración hotelera. El simpático castaño con rizos y ojos verdes, por su parte, estaba inconforme, pero había escuchado sobre una licenciatura en letras, en la universidad de Oxford, que le sentaba como anillo al dedo. "Competencias que se adquieren: escritura creativa", no había necesitado nada más. Daba por hecho que aquello era lo suyo. Lo indicado.

Cumplidos los veintiún años, Harry se siente un poco atascado con el camino que debe seguir en cuanto a su futuro; en el presente, sus pasos se dirigen sin titubear hacia el balcón del apartamento de Caleb. Se ha vestido un poco veloz, e ignora el frío que se cuela por sus pies descalzos, la puerta está entre-abierta y olor del cigarrillo es cada vez más notorio. Intenta calmar la molestia que atosiga sus entrañas, prefiere tener una conversación pacífica antes de discutir, otra vez, con su novio.

Zayn termina de enjuagar los pocos platos que han ensuciado en casa antes de tomar la botella casi vacía de cerveza y terminársela de un sorbo. Se deshace de la botella dejándola en el basurero, entonces decide encender la consola, que dejó enchufada en la sala, puesto que todavía es temprano y no se siente cansado como para ir a dormir. Sus hermanas están entretenidas con una nueva serie de cocina en el piso de arriba, entonces sabe que es el momento indicado para cualquier juego que desee, pues no se verá interrumpido.

El reloj marca las tres de la mañana cuando escucha un suave golpeteo en la puerta principal, no puede fingir que no hay nadie, pues tiene todas las luces encendidas, delatando su presencia, entonces se levanta, con pereza, notando que se ha distraído con su teléfono y la consola se ha apagado automáticamente.

–¿Harry? –pronuncia incrédulo, sí, es su castaño amigo el que está parado delante suyo en la puerta que apenas ha abierto, pero le cuesta creer que esté ahí en medio de la madrugada. Hace un espacio para que éste entre y cierra la puerta intentando no hacer mucho ruido, pues sus hermanas deben estar durmiendo. El joven de ojos verdes se dirige directamente al sótano, se mueve por el pasillo ignorando el desorden en el sofá, seguido en silencio de su mejor amigo; toma una cerveza en lata del pequeño refrigerador, de esas que había llevado al partido y no habían podido disfrutar, y le pasa una a Zayn antes de decir:

–Terminamos, Zayn.

Lo contempla unos segundos en silencio, a sabiendas de que felicitarlo no es una idea coherente en ese momento. No sabe si preguntar, no sabe si abrazarlo, no sabe bien qué hacer o decir, por eso lo mira abriendo la lata de cerveza y tomando un gran sorbo de ésta.

–Quise que me apoyara, quise hacerle ver que estaba teniendo conductas molestas –empieza a explicar, Zayn asiente y bebe de su propia lata–, y luego de discutir, hicimos el amor y me dejó solo en la cama para fumar. Se supone que había dejado el cigarro hace casi un mes.

–¿Lo dejaste porque estaba fumando? –pregunta.

–Él me dejó porque dice que no lo entiendo, que soy muy inmaduro. ¿Lo soy por querer que sea honesto conmigo?

–Claro que no, Harry, es una idiotez –contesta instantáneamente, no necesita pensarlo ni un segundo, su amigo está en lo correcto.

–¿Puedes invitarme un cigarro?

–Fumar no es la solución de un problema que empezó por un cigarrillo, Harry.

–El problema no es el cigarrillo, Zayn. Y él no lo quiso entender. El problema son las mentiras, y creo saber dónde tienes todas tus cajetillas –dice mientras se levanta, se acerca a una delgada estantería, en la esquina del muro apenas iluminado, donde los Malik tienen guardados todos los juegos de mesa, ahí, detrás del monopolio, Harry encuentra una cajetilla nueva: ofrece una suave dosis mentolada de nicotina, alquitrán y cáncer en veinte pequeños cigarrillos. Zayn lo deja hacer, mirándolo con una pequeña sonrisita dibujada en los labios, de todas formas en la cajetilla que tiene en el bolsillo solo queda uno.

Harry sí ha fumado en varias ocasiones. A los catorce, cuando Zayn, de quince, subió al tejado de la casa de los Styles y encendió el cigarrillo que le había robado a su tía. A los diecisiete, en su primera fiesta ilegal donde el ponche tenía demasiado alcohol y el chico que lo había invitado parecía sacado del clan de John Travolta en Grease. Más tarde, a los diecinueve, fue fumador activo por casi un año, cuando empezaba la universidad y sentía demasiado estrés.

–Entonces no solo te mintió sobre fumar –adivina el mayor.

–Estuvo ocultándome trabajos que ha realizado para algunas revistas, me mintió sobre un viaje que hizo a New Castle y pactó, sin mi consentimiento, una reunión con un editor porque dice que debo ser algo más que un "meserito".

–Y seguramente serás el mejor escritor de Inglaterra si confías en tu potencial.

–Él no confía en mi potencial.

–Pues es un imbécil –acota antes de tomar otro sorbo de la lata que sostiene en la mano. Harry enciende el cigarrillo y le da una enorme calada antes de soltar el humo con un suspiro.

Estas son las cosas que Zayn quiere siempre evitar, pero no le gusta sonar altanero y decir "estás mejor soltero, puedes buscar entretenimiento en los bares", Harry es un sujeto peculiar. Un gran amigo, muy peculiar, al que le gusta enamorarse de vez en cuando.

–Harry, quizá lo que necesitas es una pastilla para dormir, puedes tomar mi cuarto –sugiere después de varios minutos de silencio. Su mejor amigo ha abierto su tercera lata de cerveza, y Zayn distingue más de siete colillas en el cenicero. Y cuando mira la hora en su celular, son las cuatro –. Estás siendo un poco grotesco con los cigarros.

–Me siento estresado, enojado y triste. Estoy en la situación indicada para beber y fumar de modo grotesco.

–Son las cuatro de la mañana y se supone que nos mudamos en unas cuantas horas.

–No quiero dormir –discute el castaño.

–Bueno, no quiero ser un dolor en el culo ahora mismo, así que voy a tomar la actitud de mal amigo; tengo sueño y estoy un poco ebrio, así que voy a dormirme. No hagas un desastre.

–Bien –asiente Harry, sin prestar mucha atención cuando Zayn se levanta y sube las escaleras, dejándolo solo.

Quizá su amigo tiene razón y está exagerando con el ritmo de los cigarros, pero el alcohol le sienta bien, así que aleja la cajetilla de sí mismo, intenta esconderla entre los cojines del sillón donde Zayn estaba sentando, pero se mantiene bebiendo en sorbos cortos la lata en su mano. Hablar con él es siempre bueno, aunque su mejor amigo no sea un muchacho de muchas palabras, Harry se siente menos tenso luego de esa hora de charla vaga sobre las relaciones y las estrellas que apenas se ven desde la ventanilla del sótano.

Rear View [zarry au]✅Where stories live. Discover now