Doce

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Si alguien abriera la puerta y, alzando un par de dedos, les preguntara cuántos dedos ven, ambos serían capaces de contestar el numero correcto, incluso caminando en zigzag; las cervezas tienen un grado alcohólico bajo, y no se encuentran borrachos a pesar de haber tomado, cada uno, media docena de botellas. Harry se siente exhausto, pero está muy consciente de que no es por el alcohol, y de todas formas, sus clases mañana por la mañana son buena excusa para retirarse a su habitación y dormir. Zayn, por su lado, no tiene clases hasta las diez, lo que le permite dormir más horas, aunque tiene un trabajo inconcluso cuya fecha límite es el martes; no piensa dejarlo sin hacer, su meta es la excelencia universitaria, pero no está en sus planes hacerlo ahora tampoco. Sin televisión en sus respectivas habitaciones, ambos se encuentran recostados en sus camas, mirando al techo a oscuras, en un silencio que parece penetrar hasta el rincón más alejado del espacio.

Cuando mira hacia la ventana y nota el brillo de las luces de la calle, se siente cansado pero ansioso, hay algo que le carcome por adentro, solo le toma un par de segundos sentarse en una posición cómoda y respirar con intervalos amplios de tiempo entre inhalar y exhalar, no quiere un ataque de pánico ahora mismo, porque el reloj marca las cuatro de la mañana y sabe que su mejor amigo está muy dormido en la habitación contigua y nadie podría hacerle sentir mejor. Ya no vive con sus hermanas. Y no puede llamar a su terapeuta. Así que se mantiene respirando hondo, por la nariz, y exhalando profundo por la boca.

Aquella vez que le tomó la mano y quiso caminar a su lado en el parque, le provocó un sobresalto y terminó escuchando palabras que se mantendrían resonando por el resto de su vida: "enamorarse mientras se es joven es como atarse voluntariamente a una cadena que absorbe nuestros mejores años". Becky había sido muy clara con él, y él no necesitó más para entender e interiorizar las ideas que ella había plasmado tan maduramente. Zayn no se había sentido curioso por acercarse emocionalmente a nadie hasta que la conoció en la clase de física aquel agosto, Becky tenía el cabello sedoso, siempre olía a avellanas y coco; caminaba con gracia y siempre se hidrataba los labios con un brillo incoloro que la hacía ver delicada en conjunto con sus mejillas rosadas. Luego de pedirle, falsamente, ayuda con los estudios de la materia, empezó a sentir mariposas en el pecho cada vez que se acercaba a la puerta de la casa de ella, para las clases extra, y cuando ella le dijo que no sería el primer chico al que besaría, él no se sintió triste ni molesto, pensó que era afortunado que una chica madura y linda pudiera verlo como un muchacho guapo luego de haber besado a otros muchachos.

Luego de frecuentarse unos meses, porque lo suyo no era salir, ella empezó a verse con otro chico, y Zayn no sintió nada. No estaba triste, no estaba molesto, ni celoso. Él había optado en pensar como ella, sin atarse, sabiendo que todo es efímero. Y cuando se sentó en la vereda para consolar a un Harry herido, un par de años después, supo que había tomado la decisión correcta.

Cuando la alarma suena, el ruido es horrendo, atosigante, preferiría seguir durmiendo: la cama está caliente y todavía tiene sueño. Se levanta con pereza, se estira con pereza y se sonríe, frente al espejo, con inevitable pereza. Camina descalzo hasta la puerta, mirando desde ahí el desastre de la sala, no va a tomarse la molestia de ordenar nada, apenas tiene ganas de ducharse velozmente, tomar un poco de jugo de manzana y comer una barra de cereal con frutos secos; Harry se viste sin ser metódico, toma su maletin, revisando que tiene la tablet y el cargador, toma sus llaves de la barra de la cocina y sale. En silencio. Esperando llegar a tiempo para el metro.

El metro está ahí cuando llega a la estación, a pesar de que ha vuelto al apartamento, ha recogido el desastre y ha sacado la basura antes de dejarle una nota a Zayn.

Cuando el reloj marca las nueve y media, descuelga las llaves y abre la puerta. Su cabello negro es un desastre, pero no le importa mucho, además sabe que sus ojeras son enormes, más grandes que sus ganas de asistir a la clase que tiene en media hora. Ha desayunado un vaso de yogur y ha doblado la nota de Harry, guardandola en el bolsillo de su chaqueta, agradecido por no tener que limpiar, por esta vez, es desastre de la pseudo noche de películas.

Rear View [zarry au]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora