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—N-no es lo que parece —aclaró Toono.

—Si no es lo que parece, ¿por qué estás susurrando?

Entre los arbustos más altos del patio, Toono había caído de trasero al verse descubierto por el presidente del club de fotografía, Akemi-senpai, quien replicó con el mismo tono de voz, aunque denotaba una picardía que se reflejaba en su maliciosa sonrisa. Akemi lo miró desde lo alto y esperó por una confesión.

Toono tragó saliva y balbuceó:

—Bueno, yo... —Se rascó la cabeza y buscó cualquier excusa que se le ocurriese con la mirada perdida. Sus mejillas ardían y se prendía aún más con cada segundo que pasaba. Empezó a sudar helado.

Akemi suspiró impaciente.

—Si no me lo quieres decir, tendré que verlo por mí mismo.

—¿QUÉ? —gritó apagado—. ¡No, Akemi-senpai!

El presidente se agachó y gateó entre la maleza hasta llegar a su escondite. Apartó a Toono suavemente del hueco que había creado entre las ramas y divisó la escena que tenían al frente. Sus orbes zafiro se pasearon de persona a persona, como si se tratase de un mismo arponero en busca de la famosa ballena blanca [1]. Luego viró hacia Toono.

—No estaba espiando —aseguró.

Akemi viró los ojos y señaló el nombre de Yacchan en el papel que tenía en mano. Toono lo escondió de inmediato, detrás de su espalda y silbó. Akemi arrugó la nariz.

—Estar escondido entre los matorrales con un huevo atado a tu pecho, hablar en voz baja con una libreta en mano y contemplar a los jugadores de fútbol —evidenció Akemi—, ¿en verdad crees que eso no es sospechoso? Estabas espiando, Toono.

—P-pues... yo no lo llamaría espiar. ¿Tal vez estaba recolectando información? —ofreció culposo.

—Dame la libreta. —Extendió su mano.

—Pero Akemi-senpai.

—Dámela. Ahora. O gritaré a los cuatro vientos que estabas viendo a Yacchan a toda la academia.

A regañadientes y con una gama de vergüenza total, Toono se la entregó. Akemi se la arranchó y leyó el listado de pies a cabeza. Los apuntes eran las interacciones que tuvo o las poses que Yacchan hacía con sus amigos, también escribió el tipo de miradas que daba o cómo se expresaba.

—¿Qué pretendes con esto? ¿Estás tratando de imitar a Fujisaki?

—¡N-no! Yo sólo... —Toono dio un gran suspiro y dejó caer sus hombros en derrota.

—¿Y bien? ¿Estoy esperando? Si no me lo dices ahorita mismo, duplicaré tu castigo del segundo mes si no te acuestas con nadie. Le daré a elegir a Tamura qué hacer contigo.

Los ojos de Toono se agrandaron.

—¡Quiero saber si Yacchan es homosexual! —contestó con rapidez.

Akemi parpadeó y permaneció en silencio.

—Te gusta Yacchan —dijo finalmente.

—Uhm, n-no. Bueno, creo que es lindo cuando sonríe.

Te gusta Yacchan —insistió con dureza. Sus rasgos se afinaron y su advertencia fue notoria.

«¡Peligro, peligro!», pensó Toono al verlo.

—S-sí —admitió Toono y agachó la cabeza con timidez.

Akemi dejó la hostilidad de lado y sonrió complaciente.

—¿Ves? No fue tan difícil admitirlo.

«Prácticamente me obligó a confesarlo, Akemi-senpai».

—¿Por qué no se lo preguntas directamente? Yacchan se ve del tipo comprensivo.

«Conociendo a Yacchan, de seguro me respondería de forma agresiva o se reiría de mí. Se daría cuenta que es una confesión... ¿Y si no es gay? Hasta puede que se aleje de mí si él me encuentra repulsivo».

—No creo poder hacerlo. Tengo miedo de suene raro y crea que yo... yo quiero...

—Si no preguntas, nunca te vas a enterar. Todo lo que has apuntado es cómo se comporta con sus amigos. ¿Pero tú quieres ser su amigo o algo más? —explicó Akemi y continuó—: Como una persona se comporta frente a los demás, no determina si le gustan los hombres, las mujeres o ambos. Aunque...

—Quiero ser alguien en que pueda confiar. Yo ya he aceptado cómo es Yacchan.

—¿También aceptarías que fuese completamente heterosexual? ¿Podrías permanecer a su lado si le llegase a gustar una chica? Está bien que te guste alguien, pero tampoco puedes sacrificarte.

Toono se quería jalar de las greñas y chillar.

—¿Sabes? Si no quieres preguntarle, hay otra opción. Puedes visitarlo a su casa e intenta buscar su pornografía. La pornografía nunca miente.

—Yo vivo con él —dijo Toono.

—¿Eh?

«¿Mi kohai es idiota o se hace?», pensó Akemi con molestia.

[1] Referencia a Moby-Dick

REPELÚSWhere stories live. Discover now