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Advertencia: El siguiente capítulo contiene escenas subidas de tono.

Ambos permanecieron sentados, uno al lado del otro, sin romper contacto visual.

Poder besar a la persona que le gustaba se tornó como uno de los cálculos más complicados del semestre. El tipo de problema que no estudió para un examen final. Toono podía comparar un beso con la formula universal de la velocidad, la distancia y el tiempo.

La velocidad fue tan apresurada cuando pretendió acordar la distancia, y el tiempo fue igual de desastroso, pues Yacchan también se acercó al ver a Toono tan vacilante. Sus frentes se impactaron entre sí como dos canicas. Toono retrocedió, adolorido, y se frotó con ambas manos. Yacchan solo rio.

—¿De qué está hecha tu cabeza? ¿De acero? —abucheó quejumbroso.

—Asumo que es por el futbol —replicó Yacchan, y se inclinó hacia él.

Sus manos llegaron a las muñecas de Toono, e hizo que le permitiese ver el pequeño golpe. Yacchan sopló con la intención de aminorar la molestia, luego se fijó en la expresión de Toono. De lo tranquilo que estaba, sus mejillas se habían vuelto a ruborizar.

—¿Quieres intentarlo otra vez? Pero, hazlo despacio. No quiero que me hagas un hueco en la cara —bromeó Yacchan, y se ganó una palmada de Toono.

En el enésimo intento, su acercamiento fue cauteloso. Los labios de Toono quedaron suspendidos como la trompita de un elefante esperando por maní, y de repente, cerró sus ojos. Yacchan se quedó mirándolo por un momento hasta que pudo reaccionar cuando Toono tiró de uno de los pliegues de su short.

Al acercarse a Toono, Yacchan tragó saliva. Recordaba cada pose y movimiento que había visto en los videos para adultos, mas no era el tipo de beso que quería entregarle. Aquellas caricias venían con una intención de pura lujuria y de cobrar un cheque por actuación. Él deseaba darle un verdadero beso romántico; uno mágico.

—¿Sucede algo? —inquirió Toono, todavía con la misma postura.

—Nada que debas de preocuparte —le aseguró.

La presión que tenía en el pecho se suavizó, aunque seguía emocionado por lo que iba a hacer. Yacchan estrechó su boca y pensó en una película romántica que le haya gustado o cualquier otra referencia, mientras que se avecinaba. Abrió su boca un poco y encajó sus labios con los de Toono.

Fue el primer contacto de todos.

Lo primero que sintió Toono fue el sabor del té en la punta de la lengua, y luego una mezcla que lo hizo estremecerse; y Yacchan, estaba demasiado concentrado en su respiración como para notar algún sabor.

Al inicio, le desesperó las veces en que sus narices chocaba al igual que sus dientes, tampoco le agradó que Toono utilizase la lengua y entorpeciese sus movimientos, ni apreciaba la saliva chorreando entre el espacio que tenían ambos. Mucho menos cuando Toono se convirtió en una aspiradora y quiso succionar hasta su alma. Yacchan tuvo que resistir reírse reiteradas veces, pero la idea de avergonzarlo se le hacía repudiable. Yacchan se separó por un par de segundos y le limpió la baba.

—Lo lamento —susurró Toono, sumamente enrojecido.

—Estamos aprendiendo. —Yacchan apoyó su frente contra la de Toono; ambos sonrieron.

El siguiente beso fue diferente. En esta ocasión, Yacchan notó que Toono había agarrado ritmo, y doblaba la cabeza para ambos lados cuando querían acomodarse o intercambiar de posición.

Finalmente, y sin más preocupaciones de tener la nariz de Toono picándole uno de los ojos, Yacchan pudo saborear mejor la suave textura de sus labios. Pudo percatarse del grosor cuando los mordía, y un leve sabor salado con la mixtura de la infusión que habían tomado.

REPELÚSWhere stories live. Discover now