Capitulo 9

1.3K 52 0
                                    

—¡Te has vuelto loco! —exclamó ____(tn).

—No creo que hablar de matrimonio indique una mente trastornada —Justin entornó los ojos.

—Loco. Decididamente.

—No estoy loco —gruñó él.

—¡Hablas en serio! —ella lo miró con una mezcla de estupefacción y horror—. Por el amor de Dios. ¿De verdad crees que me casaría contigo?

—No hay motivo para mostrarte tan espantada.

—Espantada —murmuró ella—. Eso describe mejor mi reacción. Escucha, Justin. Necesito tu ayuda. Tu apoyo económico. Pero no necesito matrimonio. No contigo. Jamás contigo.

—Pues si quieres mi apoyo económico, puedes estar malditamente segura de que tendrás que casarte conmigo para conseguirlo —rugió él.

—Sal de aquí —espetó ella mientras con una mano temblorosa señalaba hacia la puerta.

—No debería haber dicho eso —Justin le tomó la mano y le acarició suavemente el interior de la muñeca—. Me has puesto furioso. Si es mi bebé, por supuesto que tendrás mi apoyo, ____(tn).

Sorprendida por el brusco cambio, ella sólo fue capaz de mirarlo fijamente sin saber qué decir.

—¿Entonces nos olvidamos de todo eso del matrimonio?

—No te he prometido eso —él apretó los labios—. Tengo la intención de casarme contigo en cuanto pueda, y desde luego antes de la operación.

—Pero…

—Vas a sufrir una peligrosa intervención —él la hizo callar alzando una mano en el aire—. No tienes familia, nadie que esté a tu lado, que tome decisiones si sucediera lo peor.

Un escalofrío recorrió la columna de la joven. ¿Qué sabía él de su familia? ¿La había hecho investigar? Una náusea le agarrotó el estómago. No soportaba la idea de que alguien supiera algo de su pasado. Por lo que a ella respectaba, el pasado no existía. Ella no existía.

—Tiene que haber otro modo —dijo ella con la voz quebrada.

—No he venido para pelear contigo —la expresión de él se suavizó—. Tenemos mucho que hacer. Hablaré con tu médico y te trasladaré a un lugar mejor. Quiero que un especialista se ocupe de ti. Nos podrá dar una segunda opinión. Y también me ocuparé de organizar nuestra boda.

—Alto ahí —exclamó ella, furiosa—. No tienes derecho a irrumpir aquí, hacerte cargo de mi vida y tomar decisiones por mí. Ya he hablado con los médicos. Soy plenamente consciente de lo que hay que hacer, y yo decidiré qué es lo mejor para mí y mi hija. Si te supone un problema, puedes volver a tu isla y dejarme en paz.

—No te alteres, ____(tn) —él alzó las manos—. Siento haberte ofendido. Estoy acostumbrado a hacerme cargo. Me pediste ayuda y te la he ofrecido, y ahora no pareces quererla.

—Quiero tu ayuda, pero sin condiciones.

—Pues me temo que no puedo mantenerme al margen.

—Ni siquiera estás convencido de que sea tu hija —espetó ella.

—Es verdad —él asintió—. Sería un idiota si aceptara tu palabra sin más. Apenas nos conocemos. ¿Cómo sé que no te lo has inventado todo? En cualquier caso, estoy dispuesto a ayudarte. Te lo debo. De momento, estoy dispuesto a asumir que llevas dentro de ti a mi hija. Y quiero que nos casemos antes de que te sometas a cualquier tratamiento médico.

—Pero eso es una locura —protestó ella.

—Haré redactar un acuerdo que proteja los intereses de ambos —continuó él—. Si resulta que me has mentido y el bebé no es mío, el matrimonio será anulado de inmediato. Os proporcionaré una manutención a ti y a tu hija, y cada uno seguiremos caminos separados.

A ella no se le escapó el modo en que dijo «tu hija», distanciándose a propósito de la ecuación. La opinión que parecía tener de ella no era precisamente una buena base para un matrimonio.

Una Aventura ClandestinaWhere stories live. Discover now