Capitulo 16

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____(tn) estudió el severo rostro de su abogado y se preguntó si existiría algo parecido a un abogado con sentido del humor. Todos parecían unos fríos y calculadores tiburones.

Claro que, tratándose de su futuro y del de su hija, lo que quería era precisamente al tiburón más grande y malo de todo el océano.

—El acuerdo está bastante claro, señorita Henley. En síntesis, establece que, en caso de divorcio, tanto el señor Bieber como usted conservarán los bienes de su propiedad.

____(tn) sonrió. ¿Qué bienes? Ella no tenía nada, y Justin lo sabía.

—¿Y qué más? —preguntó ella con impaciencia. Tenía que haber algo, una cláusula oculta. Necesitaba averiguarlo—. Quiero una detallada explicación. Línea por línea.

—Muy bien —el abogado se puso las gafas y se volvió a sentar con los papeles en la mano—. El señor Bieber se ocupará de su manutención, independientemente de la paternidad del bebé. Si el ADN demuestra que la niña es suya, él conservará la custodia en caso de divorcio.

—¿Qué? —ella se quedó boquiabierta y agarró la hoja que leía el hombre—. Se ha vuelto malditamente loco. De ninguna manera firmaré algo que me prive de la custodia de mi hija.

—Puedo modificar esta cláusula, pero es probable que él no se muestre de acuerdo.

—Me importa un bledo que esté de acuerdo o no —murmuró ella entre dientes—. No lo firmaré hasta que la dichosa cláusula sea retirada por completo —furiosa, volvió a arrancar la hoja de las manos del abogado que intentaba recuperarla—. Da igual. Lo haré yo misma.

Salió del despacho hecha una furia. Justin aguardaba en la sala de espera, sentado en un extremo con el portátil conectado mientras hablaba por el móvil.

—¿Ocurre algo? —levantó la vista y, lentamente, cerró el portátil.

—Ya te digo —rugió ella mientras le arrojaba la hoja de papel y le señalaba la cláusula sobre la custodia—. Si pretendes que firme cualquier cosa que me pueda privar de la custodia de mi hija, eres idiota. Sólo muerta me separarán de mi bebé. Por lo que a mí respecta, puedes tomar este… este acuerdo prenupcial y metértelo por donde nunca te dará el sol.

—Supongo que no pensarías que iba a renunciar a la custodia de mi hija —él enarcó una ceja y la miró en silencio—. En caso de que resulte ser el padre.

—No pierdes una oportunidad para criticarme —ella alzó las manos desesperada—. Sé que no crees que este bebé sea tuyo. Pero el que me lo recuerdes constantemente sólo servirá para fastidiarme cada vez más. ¿No has oído hablar de la custodia compartida? Ya sabes, cuando los padres piensan en el bien del hijo y acuerdan que pase la misma cantidad de tiempo con ambos.

—Si la niña es mía, no tengo intención de verla a temporadas, ni a plegarme a tu agenda. Desde luego yo le puedo dar mucho más que tú. Estoy seguro de que estará mejor conmigo.

—Eres un bastardo santurrón —ella apretó los puños, presa de la ira que ardía en sus venas como el ácido, presa de las lagrimas que se acumulaban en sus ojos—. ¿De dónde sacas la idea de que mi hija estaría mejor contigo? ¿Porque tienes más dinero? Pues entérate, el dinero no puede comprar el amor, ni la seguridad. No puede comprar sonrisas ni felicidad. Todo aquello que más necesita un niño. Francamente, el hecho de que pienses que estaría mejor contigo me indica que no sabes nada sobre los niños o el amor. ¿Cómo ibas a saberlo? Dudo mucho que hayas amado a alguien en tu vida

Una Aventura ClandestinaWhere stories live. Discover now