Capitulo 30

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El dolor había cambiado. Ya no era agónicamente punzante. Se había estabilizado en un dolor sordo, superficial. ____(tn) intentó cambiar de postura y se quedó sin aliento al sentir que la barriga se le desgarraba en dos.

—Cuidado, yineka mou. No debes intentar moverte. Dime qué necesitas y yo te ayudaré.

Justin. Ella abrió los ojos con dificultad ante la cegadora luz y los volvió a cerrar.

Y entonces se acordó.

—El bebé —susurró. Alargó una mano hacia la barriga y una nueva punzada de dolor le asaltó.

Justin le tomó las manos entre las suyas y se las retiró suavemente de el vientre.

—El bebé está bien, y tú también, ¿lo ves? —con delicadeza le apoyó una mano sobre la tripa.

Ella contempló con extrañeza el abultado vendaje. La inisicion aún era evidente. Las lágrimas inundaron sus ojos mientras el alivio la embargaba.

—Tenía tanto miedo. No puedo perderla, Justin. Lo es todo para mí.

—La operación fue un éxito —Justin le tomó el rostro entre las manos y le secó las lágrimas con el pulgar—. El médico dice que el bebé está bien. Te están monitorizando las contracciones —señaló una máquina junto a la cama—. ¿Lo ves? Puedes oír y ver los latidos de su corazón.

—¿De verdad es ella? —____(tn) giró la cabeza y escuchó el suave eco de unos latidos.

—Sí —Justin sonrió—. Nuestra hija se hace notar.

____(tn) se quedó sin aliento al recordar de repente la escena vivida instantes antes de entrar en el quirófano. Al principio había pensado que se lo había imaginado, pero lo había vuelto a decir. ¿Por qué había cambiado de opinión?

—Gracias por traerme tan deprisa —susurró ella—. Temía que no me oyeses llamarte.

—No habrías sufrido tanto de haber estado yo contigo —él la miró fijamente con sus almendrados ojos—. A partir de ahora dormirás en mi cama y, si volviera a sucederte algo, yo lo sabría de inmediato. No quiero ni pensar qué habría ocurrido de no haberte oído gritar.

Ella meditó sobre ello y pestañeó para aclarar la nube de su mente. Todo estaba muy turbio, y él la confundía cada vez más. Era como si jamás hubieran discutido, como si él no le hubiera acusado de intentar endosarle el bebé de otro hombre.

—Ya hablaremos más tarde —dijo él con dulzura—. Estás agotada. Debes descansar. Estaré aquí cuando despiertes, y entonces podrás hacerme todas esas preguntas que se reflejan en tus ojos.

—No. Necesito saberlo ahora —ella sacudió la cabeza e hizo una mueca de dolor—. Dijiste, insinuaste, cosas terribles, Justin. No me quedaré junto a un hombre que piensa así de mí, ni siquiera por mi hija. Kirk está dispuesto a ayudarme. Debería haberle llamado a él el primero.

—Pero no lo hiciste —contestó Justin con suavidad—. Me llamaste a mí, como debe ser. Creo que lo mejor será que dejemos a Kirk fuera de todo esto.

Ella empezó a protestar, pero él la silenció apoyando un dedo sobre sus labios.

—No te alteres. Te debo una disculpa, yineka mou. Y estoy seguro de que no será la última. Te agradecería que tuvieras paciencia conmigo. No soy un hombre de fácil convivencia. Soy consciente de ello. No debí haber sugerido lo que sugerí. A partir de hoy funcionaremos como una familia. Vas a tener un hijo mío.

Ella lo miró estupefacta. La sinceridad de sus palabras estaba grabada en el rostro, y ardía en su mirada. No había rastro de arrogancia en la voz. Simplemente arrepentimiento.

Algo dentro del pecho de la joven, peligrosamente cerca del corazón, se soltó. Por un instante olvidó el dolor y el aturdimiento provocado por la meditación. Un dulce y bendito calor le inundó las venas. Esperanza. Hacía tanto que no había sentido nada parecido que le costó identificarlo. Por primera vez en su vida, sentía esperanza.

—¿Me perdonarás? —Justin le besó el dorso de la mano—. ¿Me darás otra oportunidad?

—Sí, por supuesto —susurró ella con voz temblorosa.

—¿Y te quedarás? ¿Ya no hablarás más de marcharte?

Ella negó con la cabeza, incapaz de articular palabra.

—No lo lamentarás, yineka mou —dijo él muy serio—. Haremos que funcione. Podemos hacerlo.

____(tn) sonrió antes de hacer un gesto de dolor al sentir otra punzada. Justin se inclinó hacia delante y concentró su atención en un pequeño dispositivo que había junto a la cama.

—Esto es para el dolor. Aprietas el botón y te inyecta una pequeña cantidad de medicamento en la sangre. Si hace falta, puedes pulsar el botón cada diez minutos.

Él mismo pulsó el botón y un segundo más tarde ____(tn) sintió una ligera quemazón en las venas. El alivio fue casi instantáneo.

—Gracias.

—Cuidaré de ti y del bebé —dijo con solemnidad—. No quiero que te preocupes por nada, salvo por ponerte bien.

—Estoy cansada —ella sonrió y lo miró con ojos somnolientos.

—Entonces será mejor que duermas. No me moveré de aquí.

Ella se volvió hacia él y se aferró con fuerza a la robusta mano, impidiéndole soltarse. Justin se relajó y le apretó la mano con fuerza.

—¿Cuándo podré salir de aquí? —murmuró mientras caía en un profundo sueño.

—No hay prisa —él rió—. Te marcharás cuando lo diga el médico. Mientras tanto, disfruta de la atención de todos.

—Sólo de la tuya —balbuceó antes de sumirse en la oscuridad. —

Una Aventura ClandestinaWhere stories live. Discover now