Capitulo 35

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Comieron en un amigable silencio. ____(tn) disfrutó de los sonidos y aromas del mar y se sintió más relajada de lo que había estado en mucho tiempo.

A medida que el sol descendía por el horizonte, el cielo se tiñó de suaves tonos de rosa y morado con franjas doradas. El océano relucía a lo lejos, reflejando el brillo de la puesta de sol.

Tan hechizada estaba por la vista que no se dio cuenta de que había dejado de comer. Únicamente cuando volvió la camarera para retirar los platos, despertó de su ensoñación.

—Pareces cansada, yineka mou —dijo Justin con dulzura—. Creo que debería llevarte arriba para que te acuestes.

—Eso suena muy bien —ella bostezó—. ¿Tiene el dormitorio ventanas que puedan abrirse? Me encantaría poder oír el mar.

—Creo que encontrarás la vista desde nuestro dormitorio magnífica, y, desde luego, podemos abrir la ventana si es lo que deseas.

Él la ayudó a ponerse en pie y entraron en la casa. Subieron lentamente las escaleras y ella se mordió el labio ante el dolor que le producía cada movimiento.

Al entrar en el dormitorio principal, no pudo reprimir una exclamación. Toda la fachada que daba al mar estaba acristalada desde el suelo hasta el techo. Contempló la vista con las palmas de las manos apoyadas contra el frío ventanal.

—Este ha sido el día más maravilloso de mi vida —dijo con un nudo en la garganta—. Gracias.

—Me alegra que te guste —dijo él con voz ronca.

____(tn) devolvió su atención al paisaje mientras los últimos destellos naranjas desaparecían en el mar.

—¿Qué pasará con tu trabajo? ¿Con tus hoteles?

—La mayor parte de mi trabajo puedo hacerla desde aquí —él se colocó a su lado—. Tengo un teléfono, un ordenador y un fax. Tendré que hacer algunos viajes. Hasta ahora he viajado sin parar, pero ya no estoy dispuesto a continuar por ese camino. Mis hermanos tendrán que ayudarme con eso, o contrataremos a alguien que se dedique a los viajes.

—¿No lo echarás de menos? —preguntó ella.

—Hace unos meses te habría dicho que sí, mucho. Pero ahora no me apetece tanto alejarme de mi esposa y de nuestro bebé.

Ella sintió que el calor inundaba su pecho. Aquello sonaba a una familia de verdad. No sabía qué le había hecho cambiar de opinión, pero tampoco quería saberlo. Tan sólo esperaba que aquello durase.

Una Aventura ClandestinaWhere stories live. Discover now