Capitulo 37

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—¿Y yo te hago feliz a ti? —al fin ella lo soltó y lo miró con los ojos medio entornados.

—Me haces muy feliz —él le acarició una mejilla con el pulgar.

—¡Vamos! —ella sonrió alegremente antes de tomarlo de la mano y tirar de él—. Vamos a seguir.

Él se dejó arrastrar y juntos recorrieron cada centímetro de la playa antes de volver al lugar en que se encontraba la cesta de picnic.

—Ayúdame con la manta —dijo ella mientras intentaba, en vano, extenderla sobre la arena.

—Déjame a mí —Justin colocó un zapato en cada esquina para sujetarla—. Siéntate rápido antes de que se vuele otra vez.

Ella se sentó y colocó la cesta en el centro de la manta. Él se sentó a su lado y empezó a sacar la comida.

El sol brillaba con fuerza sobre sus cabezas y la arena brillaba como millones de diminutas gemas. ____(tn) suspiró y se volvió hacia el sol.

—Pareces muy contenta, yineka mou. Como un gato tumbado al sol.

—¿Nunca has deseado que un momento dure eternamente?

—No, creo que no —dijo Justin tras reflexionar un instante—, pero si fuera dado a esas cosas, elegiría un momento como éste.

—Es perfecto, ¿a que sí? —ella sonrió.

—Sí, lo es.

Terminaron de comer y ____(tn) se tumbó sobre la manta, disfrutando de los sonidos y olores del mar. El calor de los rayos del sol hizo que, poco a poco, se quedara dormida.

—Es hora de volver a la casa, yineka mou —Justin la sacudía suavemente—. El sol está a punto de ponerse.

Ella bostezó y pestañeó perezosamente. Después sonrió a Justin y le tendió una mano.

Juntos, recogieron los restos de la comida y lo guardaron todo, junto con la manta, en la cesta. Al llegar a las escaleras, él le tomó una mano y ella deslizó los dedos entre los suyos.

Aquella noche. Aquella noche abordaría el tema de su pasado y, por primera vez en su vida, no evitaría el suyo propio. Deseaba conocer sus secretos, la causa del dolor asentado en las profundidades de los negros ojos.

¿Compartiría sus secretos con ella o la dejaría fuera? ¿Tenía derecho a presionarle sobre algo de lo que, claramente, no quería hablar?

* * *

Fiel a su palabra, después de que Justin la hubiera encontrado tirada en el suelo del dormitorio, retorciéndose de dolor, ella había dormido en su cama cada noche. Por miedo a hacerle daño, él acostumbraba a acurrucarse contra la espalda de la joven y ella disfrutaba del calor y la seguridad que emanaba del atlético cuerpo.

La mayoría de las noches, ____(tn) se preguntaba si volverían a hacer el amor una vez que estuviera recuperada del todo de la operación. Sin embargo, aquella noche, se acurrucó contra él mientras intentaba reunir el valor suficiente para abordar el tema de su pasado.

—¿Justin?

—Hummm…

—¿Vas a contarme quién te hizo tanto daño? —ella se volvió lentamente y él se puso rígido—. ¿Quién te volvió tan desconfiado con las mujeres? —continuó—. ¿Y por qué no quieres que este bebé sea hija tuya?

—Ahí te equivocas, yineka mou —él la silenció colocando un dedo sobre sus labios—. Deseo que sea mía.

—Pero pareces convencido de que no lo es —ella se tumbó de lado.

Justin se tumbó de espaldas y se quedó con la mirada fija en el techo. Ella apoyó la cabeza sobre su hombro y, al no notar ninguna resistencia por su parte, se relajó y le acarició el velludo torso.

Una Aventura ClandestinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora