Capitulo 28

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Justin se inclinó para besarla suavemente en la frente y ella se relajó, cerrando los ojos.

A su alrededor las voces se hicieron más tenues. Justin volvió a besarla y a asegurarle que la esperaría. ¿Por qué? ¿Adónde iba a ir? Ella quería preguntárselo, pero le faltaron las fuerzas para hacer algo más que no fuera seguir allí tumbada.

La camilla volvió a moverse y, de repente, se encontró en una habitación helada. Fue levantada en vilo y tumbada sobre una superficie mucho más fría y dura. Una alegre voz le dijo al oído que contara hacia atrás desde diez.

Abrió la boca para obedecer, pero ningún sonido surgió de ella. Incluso consiguió abrir los ojos, pero al llegar a ocho, todo se volvió negro.

**

Justin paseaba en la sala de espera de cirugía como un león enjaulado, nervioso e impaciente. Comprobó el reloj por enésima vez para descubrir que sólo habían pasado tres minutos desde la última vez que lo había hecho. ¿Cuánto más iban a tardar? ¿Por qué no le decían nada?

—Justin, ¿cómo está?

Justin levantó la vista y vio entrar a Jack con los cabellos revueltos como si acabara de levantarse. Y así era. Su hermano pequeño se sintió culpable por haberle sacado de la cama en medio de la noche, pero se sintió agradecido por tenerle cerca.

Tras un breve abrazo, ambos se sentaron.

—Todavía no lo sé. Se la llevaron hace unas horas, pero no he tenido noticias desde entonces.

—¿Qué pasó? ¿El bebé está bien?

—El quiste de su ovario le ha provocado una torsión en la trompa. Sufría unos dolores atroces y la llevaron al quirófano para extirpar el quiste, y seguramente también la trompa. De todos modos iban a intervenirla dentro de una semana, de modo que sólo se ha adelantado un poco.

—¿Y el bebé?

—Existe algún… riesgo, pero me han asegurado que harán todo lo que puedan para evitar que le suceda algo.

—¿Cuánto tiempo lleva en el quirófano?

—Cuatro horas —contestó abatido Justin—. ¿Por qué tardarán tanto?

—Pronto sabrás algo —le consoló Jack—. ¿Has hablado con Jonathan?

—No había ninguna necesidad —Justin sacudió la cabeza—. Le llevaría demasiado tiempo venir desde la isla. Para cuando lo consiguiera, todo habría terminado.

—Aun así deberías llamarle. Querrá saberlo. Marley y él querrán saberlo.

Los dos hermanos se quedaron en la sala de espera. Tras un buen rato, Jack se marchó y volvió con café para ambos.

—Estás diferente.

—¿De qué hablas? —Justin miró a su hermano mayor con expresión de sorpresa.

—Pareces más asentado… incluso más contento. Me di cuenta por la expresión en tus ojos durante la boda.

—¿Comparado con qué? —preguntó él en tono burlón.

—Comparado con tu comportamiento desde que Joanna se aprovechó de ti y se largó con Eric.

Justin hizo una mueca de disgusto. Nadie mencionaba el nombre de Eric en su presencia. Estaba seguro de que la familia lo hacía a menudo a sus espaldas, pero nunca cuando él estaba presente.

—No arruines tu oportunidad de ser feliz, Justin. Es la ocasión de tenerlo todo.

—O perderlo todo otra vez. A lo mejor ya lo he hecho.

—¿A qué te refieres?

—Iba a abandonarme por la mañana —confesó Justin tras tomar otro sorbo de café—. Ya tenía hecho el equipaje cuando la encontré tirada en el suelo retorciéndose de dolor.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Jack—. Más de una mujer me ha acusado de ser un idiota.

—Pareces muy seguro de que soy yo el causante del problema —dijo Justin secamente.

—Eres un hombre, y los hombres siempre son los que se equivocan. ¿No has aprendido nada?

—Fui un imbécil —los labios de Justin esbozaron una tímida sonrisa.

—Ya, pues no será la última vez. Parece algo genético en nosotros.

—Un amigo suyo apareció ayer con la intención de rescatarla. Yo no me lo tomé muy bien.

—Nadie podría culparte por ello. Forma parte de nuestro sentido de la territorialidad.

—Y ahora vas a decirme que somos todos unos cavernícolas que vamos por ahí marcando el territorio como los perros.

—No está mal como ejemplo, hermanito. Y creo que eso es precisamente lo que hacemos, aunque no en sentido literal —Jack miró a Justin de soslayo—. ¿De modo que iba a abandonarte porque no te gustó que apareciera su amigo?

—Puede que le acusara de ser el padre del bebé y le dijera que ambos habían urdido una estratagema para estafarme.

—Maldita sea —Jack hizo una mueca—. Cuando decides salirte del limite lo haces bien.

—Ya te he dicho que fui un imbécil. Estaba enfadado. Le dije que no le concedería el divorcio y ella me dijo que podía irme al infierno con mi acuerdo.

—Eso no suena mucho a una mujer que vaya tras tu dinero.

—Quiero confiar en ella, Jack —él había pensado lo mismo que su hermano.

—Y eso te asusta.

Una Aventura ClandestinaWhere stories live. Discover now