Double-Sided Coin - TheCookieMomma

Capítulo 02.- Tren Y Pistas

Harry ya estaba en el compartimiento en el tren, tumbado en un asiento, cuando Ron y Hermione abrieron la puerta del compartimiento y arrastraron su equipaje—¡Harry! —Hermione casi lo ahoga con su exuberante abrazo, y Ron sonrió hasta que vio la expresión de Harry.

—¿Estás bien, amigo? —No lo estaba, pero tampoco iba a decirlo, así que se limitó a encogerse de hombros.

—Ha sido un verano difícil—Se sentó, haciendo espacio para ellos. Evitó la penetrante mirada de Hermione y miró por la ventana. Las colinas pasaron al lado, a un ritmo reconfortantemente familiar y, después de un largo momento, se volvió para mirarlas—Solo ha sido duro—.

Esa era la subestimación del siglo. De repente, por alguna razón, arrugó la nariz e hizo un ruido de arcadas. Después de un momento, pasó, pero solo hizo que sus dos mejores amigos estuvieran aún más preocupados por él.

El resto del viaje transcurrió casi sin incidentes. Se pusieron las túnicas de la escuela, comieron alimentos del carrito y hablaron sobre el verano, como si las cosas fueran idílicas y fáciles. Harry estaba comenzando a sentir el alivio de las rutinas normales, cuando eso se hizo añicos.

De repente, hubo un intenso dolor en todas partes. No solo su cicatriz. Sin visiones, sin emociones, sin nada que lo separara de nadie excepto este dolor al azar e insoportable. Él sabía exactamente lo que era, y gritó. Alguien lo había golpeado con una maldición Cruciatus.

—¡Harry! ¡Harry! —Apenas tuvo tiempo de registrar los frenéticos gritos de su amigo antes de perder el conocimiento.

Se despertó en el ala del hospital con los ojos turbios y un dolor de cabeza palpitante—Agua—Su voz no parecía ser capaz de elevarse por encima de un susurro, pero llamó la atención de la medi-bruja.

Madame Pomfrey se apresuró a verlo. Ella cloqueó sobre él como siempre, pero no respondió sus preguntas. No estaba seguro de lo que eso significaba, si ella no sabía, o si se le había ordenado que lo dejara hasta que alguien más pudiera decirle qué demonios estaba pasando. Incluso su murmullo fue menos moderado de lo normal. Algo estaba muy mal. Sus instintos lo gritaban. "Malditos sean los instintos que son, también". Rodó sus ojos, sin molestarse en detener la ola de odio hacia sí mismo, que rodó sobre él. Bebió una poción tal como le fue ofrecida, y luego, volvió a dormir para repetir el mismo espectáculo una y otra vez.