XIII. El caminante sobre el mar de nubes

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Es un imbécil.

Y un creído.

Un niñato. Un estúpido. Un...

- ¡WO! ¡Wowowo! ¡Lo siento!

Esa soy yo gritando como una histérica cuando abro la puerta del Aula Magna para encontrarme a Alex en brazos de un desconocido.

MI Alexy dándose el lote con un desconocido.

Modo momfriend activado.

- ¡MC! Ho... hola, ¿qué tal?

- Bueno, parece ser que no tan bien como tú.

El chico suelta una risilla.

Vale, es mono. Parece hasta simpático.

- Este es Morgan.

- Encantada, Morgan. Te daría un par de besos pero creo que eso sólo haría que esto fuera mucho más incómodo.

- Completamente de acuerdo. – Me contesta.

Alex me saca la lengua.

- ¿Qué haces aquí?

- Asistir a clase.

- Aquí no toca clase ahora.

- ¿Cómo qué no?

- No, esta es el Aula I.

- ¿No es la magna?

- No.

- ¿Seguro?

- El Aula Magna está en el segundo piso.

Ese es Morgan.

- Ups.

Silencio.

- Entonces me voy. Que os lo paséis bien.

- Igualmente.

- Un placer, MC.

Verlos me gusta, me calma, me calienta un poco el corazón.

Pero también me hace ser consciente de que hace mucho que no hablamos como antes. Quizá sea por la montaña de apuntes que no deja de acumularse sobre mi mesa, o por mi (ex) delegado que me lleva a la deriva mientras espero el naufragio.

Verlos me trae a la memoria momentos del pasado, besos robados tras la clase de Historia.

Como el Caminante sobre el mar de nubes al que una vez Friedrich dio forma. Esa figura ante un mar de confusión, un horizonte apenas visible. En su caso, por las nubes, en el mío, por un oleaje sentimental que no entiendo ni yo.

Y a este paso tampoco voy a entender los fundamentos propios del mercado de arte, puesto que la mayor parte de la clase me la he pasado buceando entre estos pensamientos.

En fin.

La gente dirá que la vida en el instituto es dura, pero no quiero ni contaros lo que pasa en cuanto llegas a la universidad.

Al menos las exnovias locas con ínfulas de cantante y las hermanas terriblemente insoportables han quedado en el pasado.

No obstante, apenas he cruzado la puerta de mi habitación cuando Yeleen me aparta, pasando por mi lado como un torbellino sin dirigirme una palabra. Me había olvidado de mi compañera, Chica Conflictiva.

He hablado demasiado pronto.

- Hola, Yeleen. Yo también estoy encantada de verte.

- No tengo tiempo para tonterías. Adiós, adiós.

Rewrite [Nathaniel, Corazón de melón]Where stories live. Discover now