XXII. Ophelia

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Recapitulemos.

Mi vida ahora mismo es una mierda.

Y no por elección propia, que es lo peor de todo.

Todo comenzó con esa maravillosa cita, truncada por una llamada. Siguió con una emergencia hospitalaria de la que hablaré después. Y terminó con una discusión entre mis dos mejores amigos que no terminó demasiado bien.

La emergencia fue el embarazo de Rosa, que se ha visto interrumpido por un aborto natural. Es un tema sumamente delicado, y aún más terrible es tener que enfrentarse a él con apenas 22 años... No obstante, bien es verdad que aún les queda mucho tiempo por delante, nuevos intentos y varias opciones si todo sale mal.

Para mí resulta muy evidente y esperanzador.

Para un amiga que acaba de perder a su bebé, no tanto.

Alexy se lo intentó hacer entender, incluso hablando de la adopción. Lo que desembocó en una mala contestación, unas palabras de más y una herida en el pecho de ambos.

Y yo en medio de esta batalla, del silencio en un grupo de WhatsApp antes lleno de corazones y mensajes. 

Lo cierto es que espero que se arreglen de un tiempo a esta parte, y voy a poner todo lo que está en mi mano para que así sea.

Volviendo al tema de Nathaniel... creo que no quiero hablar de ello.

A pesar de la intensa mirada que me dirige Chani al otro lado de la mesa.

- A ver... no voy a decir que no fuera genial, fantástico... perfecto incluso, pero...

- Pensé que no querías hablar de ello.

Me mira enarcando una ceja.

- Si hablo de ello me voy a hacer ilusiones, y eso es precisamente lo que quiero evitar.

Mi teléfono vibra en la mesa, un mensaje de Nath.

"¿A cuánta gente has machacado desde mi última clase? Yo estoy hecho una basura después de tus ataques, pero quizá podamos vernos pronto y repetir."

Sonrío sin darme cuenta.

- Porque, por supuesto, esa sonrisilla significa que no te has hecho ilusiones. Para nada.

- En absoluto.

- ¿Esperas que me lo crea? ¿En serio? 

- Bueno, sólo unas poquitas.

Todo pintaba tan bien, ¿verdad?

Hasta que unos días después me lo encuentro en la puerta de la facultad.

Las mariposas alzan el vuelo, el pecho se hincha de esperanza.

Pero con un sólo vistazo a la expresión de su cara, sé que algo no va bien.

- Hola.

- Hola, MC.

- ¿Qué hace un chico como tú en un sitio como este? 

Intento ser graciosa, lo que cae en saco roto.

- Tenemos que hablar.

Esas tres palabras.

Esas tres malditas palabras nunca traen nada bueno. Y si encima las acompañas de una mirada sombría y un gesto desolado... menos aún.

- Vale, hablemos. 

Nos sentamos en una marquesina cercana.

- Mira... lo del sábado no estuvo bien.

Me había enseñado lecciones de autodefensa. Sus palabras han sido como un derechazo a la cara que he sido incapaz de evitar.

Rewrite [Nathaniel, Corazón de melón]Where stories live. Discover now