ARMARIO DE ESTACIONES

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¿Cuando comenzó esa loca idea que los bigotes eran lindos?¿Cuándo se ¿Cuándo algo que está prácticamente en el mismo lugar es de otro color? ¿Por qué su cabello no es tan negro como ese horrible bigote?, y aún peor saber lo que desayunó gracias a ese peluquín, cuando se mueve como burbujas en una telaraña, gotas destilan de capuchino por ese vello.

Lo que más me causa curiosidad es ese negro, como si antes de presentarse al colegio no se embetunara los zapatos si no ese desagradable vello.

¿Si esa parte es tan selvática?, no me quiero ni imaginar como será sus otras partes.

¡Que desagradable! Quisiera borrar eso y haber llegado temprano por una vez en mi vida.

Y solo puedo pensar en eso, hasta que por fin se escucha algo más que la horrible y grotesca voz. Que repite como un loro lo mismo cada vez que llego tarde. La puerta se abre llamando la atención de él, cosa que corta toda la larga disertación.

Cosa que me alegra y borra toda la horrible imagen en mi cabeza.

-Espero que sea la última vez señorita Aster, o si no me veré obligado a llamar a su acudiente.-El coordinador, Rasbach, termina su inagotable discurso, con la misma frase de siempre.

Todo antes era mas fácil, antes él le daba pereza hasta levantarse de su enorme asiento y solo me dejaba pasar con un movimiento de mano, claro que tenía una enorme dona que se comería en el instante que yo saliera de su despacho, que era mas interesante.

Pero no solo eso, antes era más soportable, por lo menos antes se limpiaba la espuma del bigote, y su grasosa nariz no le hacía deslizar sus enormes gafas de pasta. Por lo menos antes no había decorado su despacho, menos había bigotes de diferentes tamaños por todo las paredes en sus fotografías.

-Última vez.-Aseguro con una sonrisa, mala idea porque él también lo hace y su bigote mojado también lo hace. Volteo rápidamente buscando una salida. Lo que no esperaba era un tonificado cuerpo en el cuál colocaría prácticamente mi cara, estaría bloqueandome el paso.

El problema no sería más que un tropiezo si ese alguien no fuera el chico que prácticamente me vio desnuda.

Sí, el idiota de ojos azules, el del overol que le quedaba perfecto. El chico de sonrisa encantadora, pero claro eso era antes de que abriera la boca y diera esos comentarios que para mí no son nada graciosos, y creo que que Jared tampoco le gustarían mucho. Claro que él lo escondería y disimularía muy bien porque sabe que odio esa actitud de macho-cavernícola.

Ese no es el punto, el punto es que el lunes debería de no estar cargado de este tipo de cosas, solo con ser el primer día de la semana ya lo da por mal, pero no, tenía que volverme a cruzar con este espécimen.

Él sonríe como si tuviera una broma o una coincidencia muy buena al frente de él y es que para mí no es ninguna broma o gracia volverme a ver con el fontanero. Más bien es como una tortura. No cuando creí qué la última vez que lo vería iba a ser ese día, el día donde se podría decir que tuve la peor suerte, eso combinado con las situaciones mas incómodas que había vivido.

Y raras, mi mente no había jugado de esa manera nunca, menos mi cuerpo.

-Creo que vamos muy rápido ¿No crees?-dice al ver que estoy llenando su espacio personal y lo peor es que no me muevo, tengo una mezcla de vergüenza e ira-. No te preocupes me gusta lo rápido, como el drive-thru de McDonald's, buena atención y a un tiempo récord.

Siento mis mejillas calentarse, mientras que eso solo agranda su sonrisa.

¿Me comparó con una cadena de comida rápida?¿Enserio?

EL QUERER DE UNA ILUSIÓNWhere stories live. Discover now