Capítulo 5.

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Su plan para explicarle a sus padres por qué se encontraba en casa tan temprano en un día escolar era sencillo: sólo debía fingir que tenía dolor de estómago y decir que había pedido salir antes porque no podía concentrarse en las clases.

Estaba seguro de que le creerían, en especial porque no tenía manera de ocultar que en esos momentos sí se sentía mal. No estaba enfermo, pero escuchar a Se Hun decir que en el bosque no había ningún lago fue similar a recibir un fuerte golpe en el pecho. Era triste darse cuenta de que siempre soñó con encontrar un lugar inexistente.

Su padre no era una mala persona y no tenía razón alguna para mentirle, así que también estaba un tanto molesto, aunque tal vez era cierto que el hombre sólo intentaba entretenerlo con una historia, tal y como había dicho Se Hun.

Mientras el castaño se perdía en sus propios pensamientos, Se Hun regresaba con su grupo. Un lobo grande de pelaje café claro y ojos oscuros fue el primero en acercarse a él, mirándolo con curiosidad.

—Sí, sí, estoy en mi forma humana, Chan Yeol —le dijo—. Cargar cosas es más cómodo y fácil cuando estoy así —explicó, mostrándole después el recipiente con las brochetas que Lu Han le había dado.

El lobo quiso una apenas sintió el olor de la carne en el aire, pero se quedó quieto, sabiendo que primero le correspondía probarla a Jun Myeon, el macho alfa de la manada.

Se Hun caminó hasta él, un enorme lobo de pelaje gris y ojos azules que en realidad no parecía tan intimidante al estar dejando que sus lobeznos jugaran alrededor de él o que se lanzaran sobre su lomo. El pelinegro dejó una de las brochetas delante de su líder y todos esperaron a que tomara el primer bocado, pero Jun Myeon dudó un poco, como si no quisiera aceptar algo que viniera de parte de alguien fuera de la manada. Al final, comió sólo un trozo y dejó el resto para los cachorros.

Se Hun tomó otra brocheta y se la entregó al lobo que se había acercado a él primero antes de sugerirle que buscara con quién compartirla. Después, fue en busca del joven lobo que había sido herido por culpa de una trampa de los cazadores, y sonrió de lado al ver que estaba rodeado de los mismos tres compañeros de siempre: Min Ho, Kyung Soo y Jong In, a quien solían llamar "Kai". Ellos eran los que más preocupados estaban por el otro lobo.

—Se les va a ir el día cuidando a Tae Min —comentó antes de arrodillarse, dejando las brochetas que quedaban a un lado para poder quitarse la gabardina y así colocarla encima del lomo del mencionado—. Hace algo de frío, estarás mejor si usas esta cosa... Ah, también deberías probar esto —agregó, acercándole una brocheta.

Tras asegurarse de que la había tomado entre sus dientes, Se Hun regresó a su forma de lobo y se alejó para dejar al contrario descansar, aunque dudaba que pudiera estar del todo tranquilo con los otros casi encima, insistiendo en cuidar de él.

El lago que Lu Han tanto deseaba ver se encontraba tan sólo un kilómetro y medio más adelante de ese punto. Se Hun le había mentido al castaño y no se sentía del todo bien por eso, pero al mismo tiempo trataba de convencerse de que las cosas debían ser así. Jun Myeon veía a los humanos como un gran peligro y no quería hacer más que mantener a la manada a salvo, por lo que le había indicado a todos que la ubicación exacta de su hogar tenía que ser como un secreto. Ya que el lago era parte de su hogar, Se Hun no podía decir nada. Tal vez ya había sido demasiado soltar con tanta facilidad cuántos lobos había en el grupo, incluso si dudaba que Lu Han pudiera usar esa información para algo malo.

Se recostó en la tierra y soltó algo parecido a un lamento. Se preguntaba si podía llegar a algún acuerdo con el alfa.

Cuando la noche cayó, Lu Han no podía dejar de mirar la luna a través de su ventana. Se veía realmente hermosa, pero no lograba animarse del todo, pues seguía pensando en el lago.

De repente, la madre de Lu Han se acercó a la habitación y tocó la puerta un par de veces.

—¿Te sientes mejor, hijo? No debes saltarte la cena aunque estés enfermo.

—Estoy mejor, creo... Pero no tengo hambre, mamá, gracias.

—Vamos —la mujer insistió—. Preparé un caldo de pollo delicioso, te hará bien comer un poco antes de seguir descansando.

Lu Han suspiró, dándose por vencido y siguiendo a su madre hasta el comedor. Su padre ya estaba sentado, pero aún no había probado nada, pues prefería esperar a su familia.

Cuando todos se encontraron a la mesa, el hombre habló:

—Hijo, tu madre y yo estábamos pensando que, después de todo, sí sería mejor para ti rentar un dormitorio de la universidad.

—¿Y quedarme allá todo el tiempo? —Cuestionó—. ¿Vivir en la ciudad?

—Si no te gusta esa idea, también podrías vivir con tus abuelos —su madre de repente se unió a la conversación—. Claro, su casa no está tan cerca de la universidad como el edificio de dormitorios, pero aun así no está tan lejos como nosotros. Eso es un hecho.

—No me gusta ninguna de las dos ideas.

—Lu Han... —Su padre soltó un suspiro—. Nos dimos cuenta de algo con sólo pensar en el largo camino que tuviste que recorrer para llegar hasta acá, sufriendo con un fuerte dolor de estómago, y saber que pudiste haber recibido la atención necesaria en la ciudad o que hubieses podido descansar más pronto si tuvieras un dormitorio...

—Papá, no —lo detuvo en ese instante—. Estoy bien aquí. Me gusta vivir con ustedes cerca del bosque y no quiero dejar de hacerlo, mucho menos por culpa de un dolor de estómago que me dio mientras estaba en la universidad —bufó—. No batallé tanto como creen para regresar, y estoy bien, así que no es necesario hacer planes ridículos como mudarme a la ciudad.

—Tu padre y yo sólo queremos lo mejor para ti, Lu Han.

—Entonces, me quedaré aquí —dijo bastante seguro.

Iba a decir algo más, pero se quedó callado cuando escuchó los aullidos de los lobos que venían desde el bosque.

—Qué aullidos tan fuertes... —Comentó el señor, volteando a ver a su hijo—. ¿Crees que estén reunidos en el lago, Lu Han? —Le preguntó con una sonrisa.

El castaño frunció el ceño y sintió el enfado apoderándose de él, se le quedó viendo al hombre durante un par de segundos antes de levantarse súbitamente y volver a su habitación, dejando el plato medio lleno encima de la mesa.

—¿Lu Han? ¿Qué sucede? —Alcanzó a escuchar la preocupada voz de su madre, pero la ignoró.

Continuará.

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¡Lobitos! ¡Sí! ¡Así les voy a decir a partir de ahora (gracias a este fanfic)! Espero que les gusten los lobos, porque si no es así, tal vez les vaya a caer mal este apodo. Les juro que es con todo mi cariño, eso sí.

Nos leemos en la próxima actualización.

El lago en el bosque [HUNHAN]Where stories live. Discover now