Capítulo 14.

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Era temprano. La madre de Lu Han estaba preparando el desayuno mientras su hijo, en su habitación, hacía una segunda limpieza a las heridas que Se Hun tenía en el rostro. Tras terminar con eso, alzó un poco el brazo derecho del más alto y le empezó a quitar la venda para cambiarla.

—Qué horrible se ve —comentó el pelinegro, viendo con el ceño fruncido las marcas de la mordida que Jun Myeon había dejado en su brazo.

—Y pensar que uno de tus compañeros casi me muerde a mí —respondió Lu Han en voz baja, recordando que no había sido tan sencillo liberar al lobo de pelaje café de una trampa—. Por cierto, no se ve horrible, ya verás que irá mejorando cada día.

El castaño aplicó un ungüento blanco sobre el brazo herido de Se Hun y le puso una venda limpia. Después, le dedicó una sonrisa sincera y se levantó de la cama.

—Oh, ¿qué es eso? —Preguntó Se Hun de repente—. Huele tan bien... Huele a... pescado...

—Tu sentido del olfato es muy bueno —el más bajo estaba impresionado—. Yo me tardé más en reconocer el olor, pero tienes razón, huele a pescado.

—¡Lu Han! ¡Se Hun! —Los llamó la señora Lu desde la cocina—. ¡La comida está servida! ¡Vengan!

Parecía ser que para el pelinegro era simplemente imposible rechazar algo para comer, pues ante lo dicho por la mujer también se puso de pie al instante.

La madre de Lu Han había puesto macarela a la parrilla y una guarnición de arroz y vegetales en cada plato, dejándolos después encima de la mesa del comedor. Miró a su hijo con una sonrisa cuando lo vio llegar y se sentó en una silla.

Como siempre, Se Hun comía a gran velocidad y como si fuera la última vez que pudiera probar algo en su vida.

—Oye... —Susurró Lu Han—. Contrólate un poco, por favor.

—¿Quieres un poco más de macarela, arroz o verduras, Se Hun? —Le ofreció la señora con toda amabilidad—. No sientas pena, puedes pedir todo lo que gustes. Se nota que estás hambriento y, por suerte, yo he preparado de más. Es necesario comer bien para empezar el día con mucha energía —volteó a ver a su hijo—. Lu Han podría aprender algo de ti.

—Muchas gracias —sonrió el pelinegro.

—Por cierto, ¿qué te pasó? Tienes varias heriditas en el rostro y tu brazo está vendado... ¿Te duele?

—¡Mamá! —Lu Han no le dio la oportunidad de continuar—. Se Hun está cansado, no lo molestes tanto.

—Lo siento —dijo la mujer honestamente—. Supongo que soy demasiado curiosa —agregó con una risa suave.

Después de comer, Lu Han se alistó para ir a la universidad. Se despidió rápidamente y salió con Se Hun, quien lo acompañó hasta la parada del autobús.

El castaño se sentó en la banca que había ahí para esperar y soltó un suspiro. Las cosas no habían salido tan mal, pero aun así presentía que su madre lo llenaría de preguntas incómodas una vez que regresara a casa en la noche.

—Sería fantástico que no tuvieras que ir a tus clases hoy —habló Se Hun, sentándose junto al más bajo—. Podrías quedarte conmigo en el bosque todo el día y podríamos regresar al lago. También es divertido estar ahí cuando la noche no ha caído —sonrió—. ¡Oh! ¡Y podríamos comer juntos! Yo puedo atrapar algo para ti si no sabes cómo hacerlo... ¿Qué te gusta más? ¿Pescado? ¿Conejo? ¿Antílope?

Lu Han no pudo evitar reír un poco al escuchar al contrario y negó un par de veces. Era amigo de un chico que podía transformarse en lobo... ¿Qué tan loco sonaba eso?

—Te lo agradezco, Se Hun —volteó a verlo y le revolvió un poco el cabello, tal y como si estuviera acariciando la cabeza de su forma animal—. Te prometo que pasaré un rato más largo contigo este fin de semana.

Se Hun parecía disfrutar mucho aquel contacto. Con los ojos cerrados, inclinó un poco su cabeza y así se entregó más a la caricia. Lu Han apartó su mano cuando vio que el autobús llegó, se levantó de la banca y se colgó su mochila a la espalda.

—Lu Han... —El pelinegro frunció el ceño—. ¿No puedes quedarte hoy?

—No, no puedo. Lo siento.

—Pero...

—¿Pero?

—Voy a extrañarte mucho —le dijo.

El más bajo sonrió con ternura. Más que un lobo, en esos momentos Se Hun parecía tener la actitud de un perro fiel y simpático que echa de menos a su dueño tan pronto como éste sale de su vista.

—Sólo me voy por unas horas —trató de transmitirle algo de calma mientras se acercaba a la puerta del vehículo para subir al mismo—. Puedes visitarme esta noche, si quieres.

—Está bien —dejó salir un suspiro, esperando que no se notara mucho el hecho de que deseaba pararse delante de él y convencerlo de no irse—. Nos vemos más tarde, Lu Han.

—Hasta luego, Se Hun.

Lu Han subió al autobús y Se Hun no se movió de su lugar hasta que ya no fue capaz de ver el vehículo. Alcanzó a escuchar que otro autobús se acercaba a la parada y, siguiendo un impulso, se subió cuando las puertas se abrieron ante él.

—¿Este autobús va hacia la ciudad? —Le preguntó al conductor.

—Así es —respondió el hombre que iba tras el volante—. Si quieres pasar, sólo desliza tu tarjeta por encima del lector —señaló.

—Ah...

El pelinegro no tenía ni idea de qué era aquel aparato o para qué servía, pero claramente no tenía una tarjeta. Palmeó los bolsillos del pantalón que le habían prestado en la casa de la familia Lu y encontró unas cuantas monedas. Al sacarlas y sostenerlas en su mano, volteó a ver al chofer como si quisiera preguntarle algo.

—Ah, pagarás con efectivo... Está bien —dijo el hombre, quitándole de la mano justamente lo que costaba un pasaje y dejándolo pasar.

Se Hun se sentó en la parte de atrás del autobús, mirando a través de la ventana, sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo.

Continuará.

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¡Se Hun irá a buscar a Lu Han! Sólo debemos cruzar los dedos para que no se pierda en la ciudad y sí se baje en la parada correcta, jajaja.

Ya tenía ganas de actualizar este fanfic. ❤️

Que tengan un buen día, lobitos.

El lago en el bosque [HUNHAN]Where stories live. Discover now