Capítulo 25.

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Usando una palabra para suavizarlo todo, podría decirse que la noche antes de que Lu Han se fuera a la ciudad fue horrible. Kai tuvo que tomar su forma humana y, sólo por comodidad del joven castaño, tomar prestada la ropa de Se Hun antes de explicar que éste no quería verlo... Fue bastante difícil.

En los ojos del licántropo era posible ver lo preocupado que estaba, pues sabía que Lu Han entristecería a causa de aquella noticia y, al considerarlo como uno más de la manada, no le gustaba la idea de verlo afligido.

—¿Está enojado? —Preguntó mientras agachaba la mirada, intentando comprender los sentimientos del lobo negro.

—Sí, mucho, ¡pero no contigo! —Aclaró—. Está enojado con la situación.

—En verdad quiero verlo una vez más, Kai. Tal vez puedes hablar con él y decirle...

—Lo lamento, Lu, pero él no quiere verte —lo detuvo con esa oración tan simple y, al mismo tiempo, tan dolorosa—. No sabe cómo despedirse, no quiere hacerlo.

—Entiendo... —Soltó un suspiro—. No puedo obligarlo. Estoy seguro de que quiero verlo, pero la verdad es que tampoco sé qué le diría exactamente, así que está bien —trató de secar rápidamente una lágrima que resbalaba por su mejilla. Ni siquiera se había dado cuenta del momento en el cual había comenzado a llorar.

—Lu...

—Incluso si me voy sólo por un tiempo, quiero que sepas que extrañaré mucho este lugar porque es muy especial para mí —hizo su mejor esfuerzo y logró sonreír un poco, pues no era su intención preocupar al contrario—. Los echaré de menos a todos.

—Y nosotros a ti.

—Por favor dile a Se Hun que lo quiero mucho —fue su última petición antes de regresar a su casa, dejando atrás de sí al precioso bosque que le había regalado magia a su vida.

Se acostó en su cama, abrazó su almohada y se soltó a llorar, esperando no despertar a sus padres. Los recuerdos de todo lo que había vivido con Se Hun pasaron por su mente; desde su primer y algo aterrador encuentro, la vez que lo acompañó a la universidad haciéndose pasar por su primo, las divertidas noches en el lago, el rescate de los cachorros de Jun Myeon, el recibimiento por parte de la manada... Hasta la manera tan única que tenía el pelinegro para decirle "Nos vemos pronto" cada vez que debían tomar caminos separados, rozando su nariz contra la propia.

Derrotado por el cansancio posterior al llanto desconsolado, Lu Han cayó dormido y no supo nada más hasta la mañana siguiente, cuando su madre tocó la puerta de su habitación un par de veces para decirle que tenía que apresurarse si no quería perder el autobús.

El castaño se alistó y desayunó sin ganas, echándole después un último vistazo al bosque desde la puerta de su casa, ya cargando con sus maletas.

—Llegó el día —comentó su padre, mirándolo con media sonrisa—. ¿Ya estás listo, hijo?

—Sí —mintió.

Tal vez sí estaba listo para irse físicamente, pero su alma todavía anhelaba correr hacia el bosque, perderse entre sus árboles hasta llegar al lago de los lobos, abrazar a Se Hun con fuerza, dejarlo escuchar "Te quiero mucho" salir de su propia boca y nunca apartarse de nuevo.

—Bien, te acompañaré hasta la parada del autobús —el señor Lu lo sacó de sus pensamientos.

Las primeras dos semanas que pasó en la ciudad fueron sin duda las más complicadas. Estaba acostumbrado a una casa donde los sonidos del bosque lo alcanzaban y lo ayudaban a relajarse si abría su ventana, no a un apartamento pequeño que sólo le ofrecía el ruidoso tráfico en las calles a cada despertar.

El lago en el bosque [HUNHAN]Where stories live. Discover now