Capítulo 7.

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Al pelinegro se le hizo agua la boca cuando la madre de Lu Han dejó unos tazones con sopa encima de la mesa del comedor. El olor bastó para dejarlo encantado. La sopa estaba hecha con caldo de res, tenía algas, tteok* y pequeñas empanadas rellenas de carne y verduras.

Estaba haciendo todo lo posible por resistirse a tan deliciosa comida que tenía en frente, pero en verdad deseaba probarla en ese mismo instante. El alfa era quien debía dar la primera mordida a todo lo que cazaran para comer, y suponía que el padre del castaño sería considerado el líder en aquella casa, por lo que esperó pacientemente a que el hombre probara la sopa antes de siquiera acercar el tazón que le correspondía a él.

—Usa la cuchara —pidió Lu Han en voz baja, deteniendo a Se Hun justo a tiempo, pues éste por poco hundía su boca en la sopa y empezaba a devorarla como un animal.

Era fácil darse cuenta de que tenía problemas para sujetar la cuchara correctamente y usarla, pero la señora Lu suponía que se debía al susto por el cual había pasado al ser asaltado. Aun así, Se Hun parecía comer con cierta prisa.

—Me parece extraño, pero Lu Han nunca nos había contado acerca de ti, Se Hun —comentó la mujer de repente—. ¿Cómo se conocieron?

—Ya te dije, mamá —el más bajo respondió de inmediato—. Estudiamos juntos en la universidad.

—¿Y también estudian la misma especialización?

—Así es —Lu Han volvió a dar la respuesta aunque su madre estaba viendo al pelinegro—. Siempre nos ha interesado la fotografía de fauna, ¿verdad, Se Hun?

—¡Lu Han! —La señora no pudo evitar quejarse—. Deja que tu amigo conteste, no seas grosero —soltó un suspiro—. Dime, Se Hun, ¿qué estabas haciendo por aquí?

—Quería ver a Lu Han —dijo con total honestidad.

—Mamá, Se Hun está cansado —explicó el castaño—. No veo por qué hacerle tantas preguntas.

—Lo lamento, hijo. Sólo quería conocerlo mejor —se defendió—. Nunca nos habías dicho nada acerca de él. Además, los únicos amigos a los que has traído a la casa son Tao, Xiu Min y Dilraba. Es normal que sienta curiosidad.

—Tu madre tiene razón —asintió el señor Lu.

—Yo les puedo contar más acerca de él, por ahora hay que dejarlo cenar tranquilamente y descansar.

—Es cierto, es cierto —suspiró la mujer—. Te ofrezco mis más sinceras disculpas, Se Hun, me emocioné un poco. Entiendo que acabas de pasar por un momento difícil.

—No se preocupe —sonrió amablemente—. Me preguntaba si estaría bien que... com...

—¿Qué cosa? —Preguntó, invitándolo a terminar con su oración.

—Pide lo que quieras. Sin pena —dijo el padre de Lu Han, riendo un poco.

—En realidad, aún tengo hambre —admitió, enseñando su tazón vacío—. Huele a que sobra sopa a un lado... ¿Podría comer un poco más, por favor?

—¿A un lado? ¿Te refieres a la cocina? —Cuestionó la señora, algo sorprendida por lo rápido que Se Hun había comido—. Ah... Sí que estás hambriento. ¡Con gusto te serviré otra vez! —Levantó el tazón del contrario.

—A mi esposa realmente le gusta que los demás disfruten su comida.

Después de la cena, Lu Han llevó a Se Hun hasta su dormitorio y empezó a planear el escape. El grupo de lobos seguramente estaba preocupado por el pelinegro, aunque este último se veía bastante tranquilo.

El lago en el bosque [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora