Capítulo 11.

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Eran casi las doce de la noche, pero Lu Han seguía despierto y concentrado en uno de sus libros, pues tenía que estudiar para un examen. Cuando se empezó a sentir cansado, se levantó de su escritorio, llevando su taza preferida entre las manos, y fue a servirse un poco más de té de canela con manzana, moviéndose de la manera más silenciosa posible debido a que sus padres ya se habían ido a dormir.

Jamás esperó que regresaría a su habitación para ver un par de enormes orejas peludas y negras en la ventana. Su taza habría terminado quebrándose contra el suelo de no ser por sus veloces reflejos que la alcanzaron justo a tiempo. Tras haberse acercado a dejarla encima del escritorio, abrió la ventana, suspirando al encontrarse con Se Hun.

—¿Qué es esto? ¿Una visita sorpresa? —Le preguntó sin poder evitar que se le escapara una risa suave—. Mi padre se volverá loco si te ve por aquí, será mejor que regreses al bosque.

Se Hun tomó su forma humana, apoyando luego sus manos encima del marco de la ventana y dedicándole una gran sonrisa al castaño.

—Sígueme, Lu Han. Vamos a ver el lago.

—¿Qué dijiste?

—Será un vistazo rápido y ya, lo prometo. Nadie sabrá que estuvimos ahí —contestó con cierta emoción.

—Se Hun... Esto es tan repentino —negó un par de veces—. Además, es muy tarde, no puedo salir ahora. Lo siento.

—Pero la manada está lejos del lago, ¡es nuestra oportunidad! —Insistió—. ¡Vamos! Siempre has soñado con verlo, ¿no es así?

El más bajo no podía negar que aquello era verdad. La idea de escapar para finalmente ver aquel mágico lugar con sus propios ojos era demasiado tentadora, pero aun así sentía una pizca de miedo.

—Si algo sale mal...

—Nada saldrá mal —el pelinegro parecía estar muy seguro.

Lu Han suspiró, mas terminó por asentir y cerrar su libro. Buscó su cámara y la guardó rápidamente en su mochila. No necesitaba más que eso.

—Saldré por la puerta principal —le dijo al licántropo—. Nos vemos en la entrada del bosque, ¿está bien?

—Sí, está bien, pero... ¿Podrías traer unos bocadillos, por favor?

—De acuerdo —rio bajito—. Pasaré por la cocina antes de salir.

—¡Fantástico!

Aproximadamente diez minutos después, Lu Han se encontraba calzado y bien abrigado, siguiendo a la forma animal de Se Hun entre la oscuridad y los altos árboles del bosque, emocionado y nervioso al mismo tiempo. Saber hacia dónde se dirigían era suficiente para que desapareciera la sensación de culpa en su pecho, misma que había estado ahí por haber escapado a semejante hora.

Confiaba tanto en el contrario, aunque parecía que éste había olvidado un pequeño detalle...

—¡Espera, Se Hun! —Le gritó—. No puedo correr... tan rápido... como tú.

El lobo detuvo sus pasos y volteó a ver a Lu Han, acercándose a él casi de inmediato, acomodándose detrás de su cuerpo y empujándolo con la cabeza.

—Está bien. Ya entendí, ya entendí —se quejó levemente—. Haré todo lo posible por ir a tu ritmo, pero... ¿Por qué tienes tanta prisa?

El lobo gruñó bajito y no hizo nada más que volver a su posición de guía, llevando a Lu Han hasta el centro del enorme bosque.

Cuando llegaron al lago, Lu Han se quedó boquiabierto. El lugar era realmente precioso, mucho más de lo que había llegado a ver en su imaginación alguna vez. Era cierto que parecía un sitio rodeado de magia: la delicada brisa de la noche moviendo las hojas, el brillante reflejo de la luna en el agua, los arbustos decorados con pequeñas flores de pétalos azules, las traviesas luciérnagas dando un espectáculo de baile con sus luces, el olor de la tierra humedecida, el pasto tan verde y tan suave...

El lago en el bosque [HUNHAN]Where stories live. Discover now