El infame emperador de la oscuridad persigue a su querido vampiro

Capítulo 4

Después de tanto sufrimiento, Kang Tian llegó casi sin aliento a un templo abandonado. Esta vez no se atrevió a ser descuidado, después de por poco haberse convertido en la cena de un grupo de sirenas, no podía darse el lujo de sentarse a observar la situación.

Hacia mucho tiempo que no usaba su espada, pero ahora la tenía atada a la cintura. Aunque preferiría no volver a desenvainarla, su seguridad estaba primero. No podía seguir confiando en el poder de su raza para sobrevivir, ahora todo dependía de él y la velocidad con la que reaccionara su mente.

Se decía que un vampiro era el amo de la noche, bueno, ese no era el caso de Kang Tian, es más, si no tuviera su lámpara en la mano, seguramente ya se hubiera estrellado con algún pilar.

Se suponía que un vampiro obtendría sus poderes después de haber probado la sangre de algún humano, pero Kang Tian había sobrevivido toda su vida bebiendo sangre de los animales que encontraba en el bosque, aunque al ser un pura sangre era muy superior a otros vampiros, sus poderes no estaban completos. Razón por la cual no podía ver en la oscuridad ni convertirse en murciélago.

Aunque no ver en la noche ni transformar su forma eran problemas graves para la mayoría de los vampiros, a Kang Tian le daba totalmente igual.

De esa manera, Kang Tian recorrió cada centímetro del templo abandonado, fuera de muchas telarañas y algún que otro animal pequeño, no encontró nada peligroso. Parecía que los cielos ya no estaban enojados con él y le dieron un lugar en el cual poder vivir.

Horas más tarde, el sol comenzó a salir desde el horizonte, iluminando cada rincón del templo.

Kang Tian ya había terminado de limpiar el lugar, las habitaciones, los pasillos y algunas de las estatuas. Decidió dejar el exterior del templo tal como estaba, ya que no quería ser víctima de visitas indeseadas.

Así que después de muchas preocupaciones, el buen vampiro reanudó su tranquila vida solitaria, aunque de alguna manera ahora no se sentía tan cómodo como antes...

.....

Las cosas en la capital cambiaron mucho en los siguientes diez años. La llegada del clan sombra al país había sacudido el corazón de millones de personas. El clan sombra era conocido como el régimen más fuerte de todos, sus hombres eran poderosos y despiadados, personas a las cuales nunca querrías ofender. Pero la existencia más aterradora del clan sombra sería sin duda su enigmático y sanguinario líder, el hombre era conocido por matar a sus enemigos de la manera más cruel posible. Sus métodos eran tan viciosos que las gente le puso como título: El emperador de la oscuridad.

Pero la noticia que dejó confusos a todos, incluso a algunos miembros del clan sombra, fue que su líder, el emperador de la oscuridad, había comprado todo el bosque oscuro.

Pero...

"¿Qué encontraron?" Los diabólicos ojos negros del hombre se estrecharon peligrosamente.

El guardia tembló, con el rostro pálido trató de contestar, "Buscamos en todo el bosque, pero lo único que pudimos encontrar fueron las cenizas de una cabaña"

El hombre arrugó sus esbeltas cejas hasta hacer un nudo, su hermoso rostro se veía realmente aterrador.

El sudor frío corrió por la espalda del guardia, estaba tan asustado como para orinarse en los pantalones, aunque no entendía el motivo por el que su maestro había comprado un lugar como el bosque oscuro, estaba mas que claro que su amo buscaba a alguien.

El emperador de la oscuridad cerró los ojos un momento, sus labios pálidos se curvaron en una sonrisa diabólica, "... Te fuiste"

El guardia quizo llorar, de alguna manera sentía que la sonrisa de su maestro era más aterradora que estar en presencia del mismo diablo.

El emperador de la oscuridad sacó un pequeño pañuelo blanco de su manga, lo apretó con fuerza mientras decía, "Manda a los hombres, quiero que busquen en cada rincón de este país, encuentren al dueño de este objeto"

El guardia no se atrevió a dudar y rápidamente respondió, "¡Si, lo que el líder diga!"

Hizo una reverencia y salió de la habitación.

Han Qing Xue cruzó sus largas piernas mientras se acariciaba el mentón.

"Te lo dije antes, sin importar en dónde te escondas, te encontraré y te haré mío"