1. Auriculares.

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1. Auriculares.

Dos desconocidos caminaban por las atestadas calles de Nueva York, ajenos a la presencia del otro, quiero decir, hasta que se tropezaron entre sí en la esquina de la calle.

"Ve por donde caminas, joder" soltó la chica, mirando al chico con el que acababa de tropezar.

"Jesús, cálmate. Lo siento, pero en parte también es tu culpa", el chico señaló, mirando a la chica hacia abajo.

La chica cruzó sus brazos bajo su pecho, preguntándose porque los dos se habían tomado el tiempo para detenerse en un cruce muy frecuentado a discutir esto.

"En realidad, tienes los audífonos puestos escuchando cualquier mierda que sea que escuches, ajeno a todas las personas que te rodean", ella le retiró un audífono fuera de su oído, haciendo que él lo tomara y lo volviera a poner en su lugar.

"Sólo déjame en paz", el muchacho murmuró, sin querer generar una pelea. Él continúo su camino, sin voltearse a mirar a la chica de humor desagradable.

Lo que no se dio cuenta, es que ella seguía detrás de él, inconscientemente, ya que se dirigían al mismo lugar. Ellos dos tenían algo en común -y muy probablemente solo una- cosa en común: les encantaba la idea de tener sexo. Aunque sus puntos de vistas del sexo eran totalmente diferentes, era la misma idea central.

Sin embargo, la chica había tenido una gran cantidad de encuentros sexuales, por lo que su familia vergonzosamente la matriculó en una terapia de adictos al sexo, con el temor de que un día pudiera contraer una ETS. Y para él, también era la primera vez en la terapia, y rezaba para que la idea de no tener tanto sexo fuese más fácil y rápido que retirar una curita.

Se pueden imaginar la cara de sorpresa cuando miró sobre su hombro y la vio tras él en el mismo edificio.

"¿Qué demonios estás haciendo?", preguntó en voz alta atrayendo la atención de algunas personas que los rodeaban.

"Voy a terapia, ¿qué te parece?", ella puso los ojos en blanco, empujando al chico para pasar más allá a la sala de terapia.

Él se puso delante de ella, bloqueando su camino. "¿Hablas enserio? ¿Me seguiste hasta aquí o algo? ¿Sientes rencor?"

Ella se rió sin humor. "¿Por qué habría de seguirte? Ya te he visto suficiente hoy día."

Él eligió hacer caso omiso y proceder a su primera sesión de terapia, tratando de no prestar ninguna atención a ella. Estaba en una habitación con una decena de personas, todo alrededor de dieciocho a veinte años, y todos tenían un fetiche evidente con el sexo. Todos ellos se turnaban para explicar porque estaban allí, y no tenía idea de que decir a la hora de su turno.

"Uh, hola. Soy Michael Clifford, tengo 18 años y al igual que todos, ¿mi problema es el sexo?", todos a su alrededor rieron, incluyendo a la chica.

"¿Qué es lo que te motiva a participar en el coito, Michael?", preguntó el consejero, Tom.

Michael trató de contener la risa en el uso de la palabra coito. "Me gusta la sensación de estar tan cerca de la otra persona y verter todo su amor y emoción en ella, pero no te preocupes, lo hacemos todo el tiempo con mi novia, y siempre nos aseguramos de que..."

"Espera, ¿perdón?", la chica interrumpió y Michael dirigió su cabeza hacia ella. "Eres un adicto al sexo, pero ¿con la única persona que tienes relaciones sexuales es con tu novia?"

Él asintió con la cabeza lentamente. "Sí, ¿Qué tiene de malo eso?", se preguntó.

Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa mientras se ponía de pie delante del grupo, preparada para dar un discurso. "Hola, soy Devon Peterson, y me gustaría explicar porque la ideología de Michael Clifford del sexo es una total y absoluta mierda."

EDITADO

sex addicts || M.C «español»Where stories live. Discover now