9. El test del lector

109K 14K 5.1K
                                    

Xian

—¿Eres una persona de libros?

Asiento y sacude la cabeza, incrédula pero entusiasmada.

—Creo que sí tenemos algo en común después de todo. ¿Usas señaladores o doblas la página?

—Señaladores. Te apuñalaría con una cuchara de saber que doblas la página —advierte—. ¿Tapa dura o tapa blanda?

—Tapa blanda porque soy un tacaño que prefiere comprarse dos libros que uno con encuadernación cartoné. —Chasquea la lengua con una sonrisa, concordando—. A eso le llamo inversión. ¿Género favorito?

—Me gusta la variedad, así que ninguno a pesar de que tengo mis predilectos. —Eso es respetable—. ¿Cita favorita?

«No dejen que sus cabezas se vuelvan más grandes que sus sombreros» —cito poéticamente, tomando la copa de vino para brindar.

Resopla pero mi imita.

—¿El Señor de los Anillos? No puedo creer que tu cita favorita trate sobre no dejar que el ego se te suba a la cabeza cuando eso es lo que más te caracteriza.

—Uno no elige lo que le gusta, Pretzel. Solo le gusta y lo acepta.

Brindamos y bebemos. Sonríe y yo también lo hago, pero pronto vuelvo a ser consciente de dónde estamos y para qué. Nota que me remuevo incómodo en mi asiento y baja la mirada a su plato. Me sonríe un poco más, esta vez apenada, y nos quedamos en silencio.

Estoy desconfiando de Brooke. Estoy siguiendo a mi prometida. ¡Por amor a las cajas de ahorro! Me he puesto una peluca a juego con un vestido para que no me reconozca, ¿qué está mal conmigo? Se supone que debería darle más que el beneficio de la duda a mi futura esposa.

El remordimiento se multiplica al pensar que hace cinco minutos atrás me la estaba pasando bien con la chica frente a mí. Brooke amaría que tuviera una amiga, o un amigo, pero suelo evitarlos. Preswen y yo estamos lejos de serlo, pero siendo honesta es lo más cercano a uno de esos que he tenido en años. ¿Qué pensaría la mujer con la que me voy a cama sobre mi amiga, quien la acusa de ser infiel?

Inhalo despacio. Su novio no es mi problema, mucho menos la falta de confianza que le tenga. Puede jugar a la investigadora privada sola, no me necesita. Esa sospecha que sentí por Brooke más temprano existió, pero fue mínima. Así que me pondré mis pantalones de niño grande y le iré a preguntar para evacuar mi duda.

—Lo siento, pero no puedo seguir con esto.

Me apresuro a ponerme de pie antes de cambiar de opinión. En sus ojos hay una decepción automática, pero pronto es reemplazada por la sorpresa.

—Creo que no tiene opción, Xian —susurra.

Dirijo mi mirada hacia donde se ha quedado viendo. A través del cristal del restaurante, la veo. Luce uno de esos vestidos que me gustan, ajustados a la cintura y con una falda suelta para hacer volar la imaginación cuando sopla el viento. Su cabello brilla y recuerdo que gasta una fortuna en peluquería para que eso ocurra, pero no lo hace en el dentista: Brooke nació con una sonrisa perfecta. No necesitó ortodoncia.

Se está riendo con su brazo enroscado alrededor de otro brazo.

Están por entrar al restaurante.

Ahogo un chillido cuando el gnomo tira del dobladillo de mi vestido y me obliga a sentarme. Vuelvo a mi lugar aturdido y señalo a mis espaldas con el pulgar.

—Dime que es un sueño.

Se exaspera y me da un manotazo para que deje de señalar.

—Lo es para ellos. Para nosotros es una pesadilla.

El elevador de Central ParkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora