Epílogo

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Tres meses después...


Preswen

—Ya se lo di —informa Amapola.

—Buena chica. —Le guiño un ojo y deslizo un billete en su mano cuando las estrechamos—. Ahora vete, como padrina del novio debes asegurarte que todo salga perfecto. Ve a chequear cosas.

Hago un ademán al corredor que lleva al jardín donde se celebrará la ceremonia.

—Pero tú también eres padrina del novio, ¿no vas a cumplir con tus responsabilidades?

—¿Para qué crees que estás tú aquí y que te acabo de dar veinte dólares?

—Buen punto. —Asiente y se larga, levantando el billete hacia la luz para comprobar si es verdadero o uno falso.

Niña lista.

Me termino mi copa sin apuro, disfrutando estar de vuelta. Pasé por el cuarto de Brooke antes y jamás vi a una mujer lucir un vestido y un velo como si fueran alas de un ángel. A pesar de que no he hablado con el pelirrojo, sí intercambié e-mails con ella.

Resultó ser de las mejores lectoras beta de la historia. Creí que luego de que se enterara del beso me odiaría y estaría feliz de que me alejara, pero lo único que hizo fue acercarnos. Nos entendemos en muchos aspectos. Ella perdió a sus padres y yo perdí un bebé. Creo que por eso conectamos tan bien a partir de mi manuscrito.

La pérdida puede alejar a algunas personas, pero a otras las acerca.

Pensé que la noticia me resultaría amarga, pero me acaba de confesar que está embarazada y solo puedo sentirme inmensamente feliz por ellos. Sin embargo, Xian aún no lo sabe y Brooke me pidió dos cosas: que la ayude a encontrar una forma original de decírselo (será divertidísimo ver su expresión y cómo se cae de trasero al piso), y más importante, que sería un honor si fuera la madrina. No tengo hermanos y hay pocas posibilidades de que pueda quedar embarazada en el futuro por lo que viví, y que me lo haya pedido llevó a que mi maquillaje se corriera un poco. ¡Le gané a las hermanas de Xian!

¡Seré la tía Preswen! La mala y mejor influencia del mundo.

Además, me informó que Wells estuvo pasándola mal. Cuando se enteró lo que había hecho Tasha, la dejó y no salió de nuestro antiguo departamento por una semana. El karma es una perra muy justa en este caso. En cuanto a la hermana de Xian, se supone que se ha ido del país por unas vacaciones. Si la picara una araña australiana —no tan venenosa—, no me molestaría. Ya la superé a ella y a todos mis ex. Estando en Portugal llegué a viajar a España un fin de semana para disculparme con Vicente en persona a pesar de que pasaron años. Él lo merecía y yo lo necesitaba.

—Estás radiante —dice alguien a mis espaldas.

—¿Cuándo no lo estoy? —contesto a Wells.

—¿Es extraño que tú seas padrina del novio y yo dama de honor de la novia?

Pasa por mi lado, en dirección hacia donde fue Amapola. Le doy mi copa vacía para que se la lleve.

—¿Acaso crees que estás hablando con una persona normal? —espeto, a lo que sonríe a modo de despedida.

Ese bebé será del equipo #MadrinaPreswen, nunca del #PadrinoWells, me lo aseguraré.

Toco la puerta tras la cual está el novio, emocionada de insultarlo y abrazarlo en partes iguales por todo el tiempo separados. Intento ser paciente, pero como no responde a la milésima de segundo, entro. Está sentado en el suelo, envuelto es un traje impoluto. Apoya el codo en la caja que dejó Amapola hace unos minutos, mientras lee la introducción de mi manuscrito.

—De seguro es el mejor regalo de bodas que recibirás —alardeo.

Cuando levanta la vista todo lo que veo en sus ojos es felicidad. No puedo esperar a que se entere que tendrá un hijo. Nos imagino involucrados en una aventura con un cochecito y sé que lo mejor está por venir.

—Una ensaladera hubiera sido más útil.

—Una estúpida ensaladera no te hará ganar miles y miles de dólares. —Me siento junto a él—. Y yo sé amas los billetes, señor tacaño.

—Es verdad, los amo —concuerda con la mirada en la línea que dice «Te debo lo que estoy aprendiendo a ser, Pan»—. Pero no tanto como podría amar esto. —Levanta las páginas.

Ladeo la cabeza, complacida.

—Ni tanto como podrías amarme a mí.

—¿Sabes qué otro regalo hubiera amado? Un gnomo de jardín. Lo pondría en el patio de mi nueva casa. Eso me recordaría a ti.

—No tienes que recordarme. Estoy justo junto a ti.

Compartimos una sonrisa silenciosa.

—Bienvenida a Nueva York otra vez, Pretzel. El elevador te echó de menos.

—Sí, claro, solo el elevador...

Xian

Me estoy por casar. La ceremonia marcha a la perfección. Tengo a mi familia y a mis padrinas, y al ver a Wells traer a Brooke hacia mí siento que la vida nunca fue tan correcta. Ella es fascinante, con y sin el vestido, por dentro y por fuera, de la cabeza a los pies y del pasado al futuro.

La amo, la amo y la amo. Podría amarla para siempre.

—Yo, Xian Silver, te tomo a ti, Pres... Brooke —corrijo—. Brooke, te tomo a ti, Brooke.

No.

Por favor, no.

Jesús, Dios, Santa, Tutankamón, lo que sea que esté ahí arriba, por favor... No.

Miro a Brooke en la espera de que no haya notado el error, pero el color se drenó de su rostro. Está quieta, sin parpadear o siquiera respirar.

Creo que acabo de matarla.

Sé con certeza que decir las primeras sílabas del nombre incorrecto le ha roto el corazón porque sus ojos se llenan de lágrimas y se lleva una mano al estómago como si le dolieran físicamente las palabras.

No puede estar pasando. Quiero una máquina del tiempo. Necesito reírme y decir que fue un chiste, o pedirle perdón un centenar de veces, o culpar al alcohol que sé que no tengo en sangre. La multitud comienza a susurrar y yo a sudar.

Miro a mis padrinas de bodas. Amapola se tapa la boca con ambas manos y un emocionante horror brilla en su mirada. Intercambio una mirada con Pretzel. Todos los globos oculares están sobre nosotros cuando articula un «Oh, estúpido Pan...».

Preswen está en shock. Miro en su dirección y luego en la de Brooke, cuya mano derecha todavía sostiene la mía.

¿Es posible estar enamorado de dos personas a la vez?

Creo que acabo de comprobarlo.

FIN

El elevador de Central ParkWhere stories live. Discover now