Destinados - Sujin

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Seokjin se encontraba sentado en el sofá de su sala perdido en sus pensamientos. Muchas veces evitaba darle vueltas al asunto de Yoongi pero cuando sus pensamientos se conectaban con su lado racional caía en cuenta que las cosas no estaban del todo bien y que no era una buena idea hacer como si todo marchara a la perfección.

Sabía que en cualquier momento la esposa de Yoongi aparecería para conformar la bella familia de tres integrantes en la que por razones obvias no estaba incluido.

A pesar de que Yoongi le había dejado en claro que su matrimonio estaba destruído y que no tenía arreglo, para Seokjin era realmente difícil poder aferrarse a aquellas palabras y seguir adelante con la sensación de comodidad que le entregaba el pálido cada vez que estaba a su lado.

El tema de Yoongi no era lo único que rondaba en sus pensamientos también estaba pendiente la situación en la que se encontraba su amistad con Tae, ya extrañaba demasiado la presencia del menor y necesitaba de aquella compañía y sonrisa sincera. Se preguntaba una y otra vez por qué no se enamoró de Tae ya que sin duda una relación con el menor no se vería complicada por la existencia de una esposa.

No supo cómo ni en qué momento decidió ir hasta la casa del menor hasta que se encontró parado afuera de la casa de Tae tocando el timbre. Mientras esperaba vio como el menor se asomó por la ventana escondiendo rápidamente su rostro tras la cortina que protegía la ventana de la habitación.

Seokjin continuó tocando el timbre como desesperado hasta lograr que Tae saliera de su refugio y se dignara a hablar con él y por fin darle solución a su amistad pausada.

— ¿Estás hace mucho rato acá? — Preguntó Namjoon al ver a su empleado parado afuera de su casa tocando el timbre sin parar — Estaba en la ducha por eso no he podido salir a recibirte.

El rubio observó el pelo húmedo de Nam y la ropa poco combinada que de seguro eligió con rapidez para poder abrir la puerta lo antes posible.

— Lo siento por interrumpir de esta manera pero no puedo quedarme de brazos cruzados sin hacer nada por Tae. Necesito hablar con él nuevamente, necesito saber si el tiempo que ha pasado a sido suficiente para que vuelva hablarme.

— Entra y hablaremos de eso mientras nos tomamos un café.

Seokjin siguió a Namjoon hasta la cocina donde el piel canela con agilidad buscaba lo necesario para preparar el café. Miraba cada detalle de la cocina hasta que su vista se detuvo en las fotografías pegadas en el refrigerador, se acercó con curiosidad para ver de cerca las fotografías en las que salían Tae y Nam cuando eran pequeños, en otras estaba Tae vestido de uniforme escolar mientras Nam lo abrazaba con cariño y a su lado una pareja de adultos lo que supuso serían sus padres.

— Esa fotografía fue sacada cuando Tae se graduó de secundaria — Interrumpió el moreno acercándole el café recién preparado — Hay ocasiones en las que me gustaría retroceder el tiempo y poder ver nuevamente a mi hermano feliz.

Seokjin miró a Namjoon con confusión ya que desconocía los hechos y motivos por los que Taehyung dejó de ser feliz. Desde que conocía al menor siempre lo había visto sonriente y animado a excepción de aquel episodio relacionado con Jungkook.

— Supongo que Tae no te contó que luego de su graduación tuvimos un accidente automovilístico y nuestros padres murieron. Desde ese día Tae cambió por completo, nunca volvió a sonreír como antes, se convirtió en alguien solitario y callado. Poco a poco lo convencí que saliera y disfrutara su juventud, costó mucho pero logró tomar la iniciativa y salir a recrearse, fue en una de esas salidas que conoció a Jungkook y luego de terminar esa fallida relación Tae volvió a deprimirse. Cuando te fuiste a Japón le pedí que tomara tu puesto durante el tiempo que durara tu viaje, al principio se negó pero de un día para otro apareció sin previo aviso en la librería. No quise hacerle preguntas sobre su cambio de opinión pero a medida qué pasó el tiempo me pude dar cuenta que Tae estaba ahí esperando por ti.