Cuatro.

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23 de junio de 2018, Mendoza, Argentina


—Con los chicos salimos al boliche esta noche, ¿por qué no vienen? —nos propone Dani. A Lidia le brillan los ojos con entusiasmo ante la propuesta.

—No tengo ánimo. —responde Valentín.

—¿Tienen otro plan o qué?

—Reservamos un hotel para pasar la noche acá en Mendoza. Mañana volvemos a Buenos Aires.


Dani levanta las cejas rápidamente hacia nosotros, riéndose. Valentín niega con la cabeza y le da un golpe en el hombro.


—¿Venís vos? —le pregunta Dani a Lidia.

—Por supuesto. —responde ella inmediatamente, haciéndolo reír. Mi amiga me mira y yo asiento una sola vez.

—Pásalo bien. —le digo.

—Gracias. —besa mi mejilla.

—Nosotros nos vamos. —dice Valentín de forma distraída, ajeno a todo lo que pasa a su alrededor. Entrelaza sus dedos con los míos y me mira para ver si estoy de acuerdo. Sonrío levemente, dándole mi aprobación.

—Pásenlo bien. —oigo la risa en la voz de Dani aunque está intentando con todas sus fuerzas no reírse en voz alta.

—Cállate. —responde Valentín de manera algo agresiva.


Suspiro y toco su hombro para que se tranquilice, pero no lo consigo. Desde el pequeño casi altercado con el chico que burló la seguridad y llegó hasta Lidia y a mí, ha estado muy serio y no ha sonreído ni una sola vez.

Valentín y yo salimos cogidos de la mano del local y caminamos rápidamente hacia el coche que nos espera. El chófer conoce la dirección a la que nos tiene que llevar, así que en cuando estamos dentro del coche y Valentín cierra la puerta, el motor se pone en marcha. Durante los primeros minutos, el silencio reina en el coche. Suspiro ligeramente y acaricio su brazo para atraer su atención. Valentín, que hasta ahora estaba mirando en silencio por la ventana, me mira de manera distraída.


—¿Estás bien?


En vez de contestar, se limita a asentir.


—¿Quieres hablar? —murmuro.

—En el hotel. —dice simplemente.


Me recuesto sobre el asiento y cierro los ojos hasta que llegamos. Cuando el coche se detiene, miro por la ventana y veo que, efectivamente, hemos llegado al hotel. Él baja antes que yo y me espera fuera hasta que salgo del coche. Cierra la puerta detrás de mí y me da la mano, entrelazando sus dedos con los míos y tirando de mí hacia dentro. Subimos en el ascensor silenciosamente hasta nuestra planta. Saca la tarjeta que sirve de llave del bolsillo de su pantalón y abre la puerta con el número 356. Mantiene la puerta abierta para mí y paso primera, murmurando un "gracias" al entrar. Enciendo la luz y me adentro en la habitación. Oigo la puerta cerrarse detrás de él, me giro y lo miro.


—Tenemos que hablar. —digo.

—No digas eso. —niega— Suena feo, como si fueras a romper conmigo. —dice despacio y de manera cautelosa, sentándose a mi lado en la cama— ¿Vas a hacerlo?

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora