Treinta y cuatro.

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11 de diciembre de 2018, Barcelona, España


"No podes imaginar qué daría por abrazarte en este mismo instante".


Sonrío como una tonta cuando leo el mensaje de Valentín.


"¿Qué darías?"


Respondo.


"Todo".


Abro la puerta de casa y frunzo ligeramente el ceño cuando el perfume de Valentín acaricia mis fosas nasales. Niego ligeramente con la cabeza mientras cierro la puerta. ¿Cómo es posible echarlo tanto de menos cuando solo han pasado dos días desde la última vez que lo vi? Ahora ya hasta me imagino su perfume. 


—Hola. —saludo desde la puerta, colgando el abrigo en el perchero y tecleando una respuesta rápida.


"Yo también".


—Hola. —saludan mis padres desde el salón.


Conforme me voy adentrando, el aroma de su perfume se hace cada vez más intenso y cuando siento que me estoy volviendo loca, veo a Valentín de pie frente al sofá donde están sentados mis padres. Me mira y me sonríe, haciendo que mi corazón de un vuelco. Veo cómo guarda su móvil en el bolsillo de su pantalón y puedo notar que sostiene una maleta. Lo único que se me ocurre decir es:


—Es una maleta muy grande. —murmuro, todavía en estado de shock.


Valentín se ríe un poco y niega con la cabeza de forma divertida.


—¿Es todo lo que tenés para decirme? —bromea— Pensé que darías todo por abrazarme en este mismo instante.

—Una maleta muy grande significa mucha ropa y mucha ropa significa que te quedas muchos días. —agrego.

—Es una buena conclusión, Andro. ¿Llegaste a ella tú sola? —se burla de mí— ¿No venís a abrazarme?


En el momento que sonríe otra vez hacia mí, salgo de mi embobamiento. Sonrío ampliamente y me tiro, literalmente, a sus brazos. Oigo su risa sobre mi oído cuando me estrecha entre sus brazos con fuerza y yo cierro los ojos, apretando los párpados.


—¿Es real o estoy soñando? —murmuro sobre su oído.

—¿Vos qué crees? —dije en voz baja también, acariciando mi espalda.

—Siempre sueño contigo, así que no me parece tan disparatado pensar que no eres real. —me separo un poco y lo miro.

—Soy real. —asegura, tomando mi rostro entre sus manos y sonriendo— O eso creo. —bromea.


Sonrío ampliamente y lo beso, olvidándome por completo durante un momento que mis padres están delante.


—Estás aquí. —digo de manera tonta, todavía sin poder creérmelo.

—Sí. —se ríe— Acá estoy.

Andrómeda ~ WosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang