Veintisiete.

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5 de noviembre de 2018, Buenos Aires, Argentina


Habíamos vuelto a Buenos Aires después de que la jornada de FMS acabara. Valentín y yo nos habíamos ido a su casa y él se había duchado para quitarse el sudor y aclararse las ideas. Cuando había salido del baño ya vestido y listo para salir esta noche, habíamos empezado a hablar de lo sucedido con Cacha.


—Valentín. —digo con la voz calmada, estirando el brazo para acariciar su cara, pero él niega con la cabeza, alejándose de mí— Habla conmigo, Valen. —suspiro yendo detrás de él, que se pasea de arriba abajo por la habitación como un felino enjaulado— Bueno, si tú no vas a hablar, entonces lo voy a hacer yo. —digo de manera seria, logrando que al fin me mire por lo menos— No ha pasado nada, ¿vale? Ha dicho eso como podría haber dicho cualquier otra gilipollez, sé que no es real.

—No es real. —dice rápidamente.

—¡Lo sé! —exclamo— Es lo que intento explicarte, ¿vale? Que lo sé. Son cosas que pasan en las batallas, todos queréis ganar y algunos dicen cosas fuera de lugar.

—No debió decir eso. —gruñe— Ya cuando te mencionó le advertí que la cortara, pero no sabe nunca cuándo callar, tremendo gil. —arranca a hablar precipitadamente, enfadado, y cuando empieza no puede parar— Esa la soltó porque Papo lo inventó una vez y sabía que me iba a molestar, porque sabía que estabas vos acá mirando. Lo único que quería era lastimarme, lastimarte a vos. Lo cagaría a palos. —gruñe, apretando sus puños y poniendo sus nudillos blancos.

—Eh, ya está. —me pongo frente a él y consigo acariciarle el pelo, haciendo que se relaje un poco y me mire. Pongo mi mano sobre su mejilla y la acaricio— Todo está bien. —le repito— Estoy bien, estamos bien. —aseguro.

—Te fuiste. —comenta en voz baja— Vi cómo te fuiste. —tensa la mandíbula.

—Tienes razón. —susurro, acariciando su mandíbula tensa— Necesitaba un segundo, pero luego vino Dani y me hizo entender que tú necesitabas verme ahí arriba contigo, apoyándote. Así que volví, ¿sabes por qué?


Me mira en silencio, esperando que yo misma responda mi propia pregunta.


—Porque sé que es mentira, porque confío en ti y porque te dije que nunca te iba a abandonar.


Sus ojos azules se pierden en los míos, mirándome profundamente. Después suspira y se acerca a mí, rodeando mi cintura con un brazo y acariciando mi mejilla con su mano libre. Apoya su frente sobre la mía y cierra los ojos.


—Nunca te voy a abandonar. —le aseguro.

—Te amo. —susurra, casi con dolor.

—Te amo. —repito, haciendo que abra los ojos y me mire— ¿Qué tengo que hacer para que lo entiendas de una vez por todas? —digo suavemente y él suspira— Ya lo sé. —doy un suave golpe en su pecho—Espera aquí. —digo y él frunce el ceño.

—¿Por qué?

—Se me ha ocurrido una idea. —cojo mi móvil y marco el número de Dani.

—Linda. —responde— ¿Ya están listos para salir?

—Todavía no. —niego con la cabeza— Te llamaba para pedirte un favor, en realidad.

—Claro, decime.

Andrómeda ~ WosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz