Cuarenta y siete.

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20 de junio de 2019, Buenos Aires, Argentina


—¡No puedo creer que estás acá! —Valentín me levanta en el aire y me estrecha entre sus brazos, dándome un par de vueltas en el aire. Me río de manera risueña y cojo su cara entre mis manos para luego besarlo.


Me deja suavemente en el suelo y me sigue el beso, colocando una de sus manos en mi mejilla y la otra en mi espalda baja para mantenerme cerca. Su lengua se hunde en mi boca y acaricia la mía. Mete la mano debajo de mi ropa y me acaricia la espalda, erizándome la piel. Cuando empezamos a sentir la falta de aire nuestros labios se separan, pero nuestros cuerpos siguen unidos y nuestras caras muy pegadas. Acaricia mi mejilla con el pulgar, ofreciéndome una de las sonrisas más bonitas que le he visto nunca. Yo sonrío también, pues tanta felicidad no me cabe en el cuerpo y la tengo que dejar salir de alguna manera.


—¿A qué se debe este recibimiento? Ni que fuera a quedarme todo el año aquí. —bromeo y su sonrisa se ensancha más todavía.

—No sabes lo feliz que soy. —cierra los ojos, apoyando su frente contra la mía.


Cuando abre los ojos de nuevo para mirarme, me siento pequeñita bajo su atenta mirada azul.


—Maldita sea, qué frío. —me quejo de repente, cuando un escalofrío recorre todo mi cuerpo.


Valentín se ríe un poco y acomoda mi ropa para abrigarme mejor.


—En España ahora es verano. —hago un puchero— No te imaginas lo mal que me miraba la gente en el aeropuerto por llevar manga larga y el abrigo en la mano. —comento y él se ríe— Y yo de "señora, me voy a vivir a Argentina, ¡allí es invierno!". —digo, haciéndolo reír más.

—Siento que estés perdiéndote el verano y el calor por venir acá. —ahora hace él un puchero y yo sonrío, acariciando su labio.

—No me estoy perdiendo nada por venir aquí, estoy ganando mucho. —sonríe con ternura a causa de mis palabras.

—Sos lo más lindo que me pasó en la vida, lo juro. —se queda mirándome a los ojos un rato en silencio— Ya vamos a casa. —dice recomponiéndose y cogiendo una de mis maletas.


He traído dos. Ya que voy a pasar aquí casi un año entero, he querido venir preparada. Además he tenido que traer ropa de invierno que ocupa más que la de verano, aunque también he traído ropa de verano para cuando llegue el calor.


—Allá no vas a tener más frío y Manu quiso cocinar la cena para vos.

—¿En serio? —digo un poco sorprendida y él se ríe— Manu nunca cocina.

—Sí, qué loco, ¿cierto? —niega con la cabeza de manera divertida— Te quiere mucho, por eso. —explica y yo sonrío.

—Por cierto, ¿seguro que no le molesta que viva allí con vosotros todo este tiempo? —digo un poco nerviosa, mordiéndome el labio.

—Te lo dije mil veces amor: no. Es mi casa también, además.

—Lo sé, pero no quiero molestar.

—¿Cuándo lo molestaste vos a Manu? —resopla— Bueno, al principio cuando te preparaba mate y no te lo tomabas, ¡pero ahora ya no!

—Es verdad. —me río un poco, asintiendo— Hablado de mate. —lo miro— ¿Me harás uno calentito para entrar en calor? —le hago un puchero.

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora