Once.

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16 de agosto de 2018, Buenos Aires, Argentina

Estreno de Púrpura


—¿Te gustó? —dice, después de ver juntos el resultado del videoclip de Púrpura en YouTube.

—Sabes que sí. —sonrío, acariciando su pelo.


Deja el portátil sobre la mesa y me mira, con su cabeza apoyada sobre mis piernas y tumbado en el sofá de su casa.

Había conocido al padre de Valentín y a su hermano el mes pasado y desde entonces habíamos empezado a pasar más tiempo en su casa. Valentín vive en un piso con su hermano y su padre los visita a menudo, cuando no tenía funciones ni giras. Su familia es encantadora y por lo que él me había dicho, yo les había parecido encantadora también. Habíamos vuelto a encontrarnos algunas veces más, habíamos tenido algunas comidas familiares y siempre me hacían sentir como en casa. De quien no sabía nada todavía era de la madre de Valentín. Él no solía hablar mucho de ella, así que yo tampoco me había atrevido a preguntar.

Un dolor agudo pincha en mi cabeza, haciéndome cerrar los ojos y frotarme las sienes. La noche anterior habíamos vuelto a salir de fiesta, puesto que Lidia había insistido incansablemente hasta convencernos a Dani, Valen y a mí.

Sí, Lidia seguía en Argentina. Valentín y yo habíamos pensado que sería una buena idea hacerla venir por el cumpleaños de Dani, así que se lo habíamos propuesto y a ella, lógicamente, le había encantado la idea, así que había decidido ayudarle a pagar el billete de avión. Desde que ella volvía a estar aquí, Dani era mucho más feliz ahora.


—¿Tenés resaca? —se ríe ligeramente y yo asiento.

—Ahora entiendo porque lo llamáis "sed de la peligrosa". —comento. Mi comentario parece causarle mucha gracia, puesto estalla en una carcajada. Abro los ojos para mirarle e inevitablemente sonrío. Tiene esa magia en mí.

—Traeré una aspirina para vos. —se levanta del sofá y desaparece un momento en la cocina. Cuando vuelve, trae una pastilla para el dolor de cabeza y un vaso de agua— Tómatelo.


Cojo la pastilla y el vaso de agua. Me la meto en la boca y echo la cabeza hacia atrás, bebiendo agua en abundancia para que pase por mi garganta. Valentín se ríe y se deja caer a mi lado en el sofá otra vez.


—Sos re rara.

—Nunca he sido buena para tomarme pastillas.

—Ya me di cuenta. —se ríe otra vez, tumbándose y apoyando nuevamente su cabeza en mis piernas.


La puerta del piso se abre y Manuel, el hermano de Valentín, entra en casa con bolsas de papel en los brazos.


—Hola. —saluda al entrar.

—Hola. —sonrío en su dirección.

—Vení a ayudarme Valen. —dice, haciendo que Valentín se levante de mis piernas y se dirija a la puerta a ayudarlo con las bolsas.


Entran aproximadamente cuatro bolsas de papel y las dejan sobre la encimera de la cocina. Me levanto también para ayudarlos a desempacar las bolsas y colocar cada cosa en su sitio, en la nevera y en los armarios de la cocina.


—¿Te quedas a comer, Andro? —me pregunta su hermano.

—En realidad hemos hecho plan con unos amigos para la comida. —responde Valentín por mí.

—Entiendo. —asiente.

—¿Por qué no vienes con nosotros? —propongo.

—Gracias por la invitación. —me sonríe— Pero tengo que rechazarla.

—Desagradecido. —dice Valen.

—Cállate, pelotudo. Tengo trabajo.

—No pasa nada. —digo yo— Si hoy no te va bien, en otra ocasión será.


Manuel asiente.


—¿Ya salió Púrpura? —le pregunta.

—Sip. —responde él.

—¿Sip? —se ríe su hermano.

—Es culpa de ella. —me señala mi novio, incriminándome— Lo dice todo el tiempo, es horrible. —se ríe, poniendo los ojos en blanco.

—¿Ya lo viste? —me pregunta a mí esta vez y yo asiento.


Había tenido la oportunidad de estar en la grabación del videoclip de "Púrpura", pero no había querido ver el resultado final hasta que saliera en Youtube. Fui la primera reproducción y el primer "like", me sentía orgullosa de ello. Valentín podía negarlo si quería, pero era consciente de que aquello le había hecho mucha ilusión a él también.


—Nosotros nos marchamos. —dice Valen, entrelazando su mano con la mía.

—Sí, Lidia se pone histérica si llegamos tarde.

—Pasenlo bien. —nos desea antes de que salgamos de casa.


Al salir a la calle, Dani y Lidia nos esperan ahí. Están muy juntos y pegados, riéndose y besándose. Sonrío ante la escena, pues me causa ternura. Me alegra mucho verlos tan felices.


—Llegamos. —los interrumpe Valentín cuando llegamos a su lado.


Ambos se giran hacia nosotros cuando escuchan su voz.


—Sois unos tardones. —resopla Lidia.

—¿Qué dices de tardones? Hemos llegado puntuales.

—Llevamos diez minutos esperando.

—Que lleguéis diez minutos antes no significa que nosotros lleguemos tarde. —justifico.


Lidia me mira y sonríe en silencio.


—Bueno, a ver, ¿por qué sonríes ahora, loca? —me río.

—Porque echaba de menos discutir contigo. —dice felizmente, soltando a Dani y abrazándome con fuerza.


Nuestro abrazo me reconforta. Yo también la había echado mucho de menos aquel tiempo. Que ahora volviéramos a estar juntas, que estuviera aquí y fuera a quedarse hasta el final de verano conmigo me hacía extremadamente feliz. Más que a Dani, aunque él dijera que no. Habíamos discutido quién estaba más contento por la estancia de Lidia varias veces, yo siempre ganaba.

Cuando nuestro abrazo se rompe, Dani vuelve a cogerla de la mano inmediatamente. Noto cómo necesita mantener contacto físico de cualquier tipo con ella durante el mayor tiempo posible, por no decir todo el tiempo. Nunca la suelta.

Mientras caminamos en busca de un sitio donde comer, Lidia pregunta:


—¿Ya está Púrpura en Youtube?


A lo que respondo con un simple:


—Sip. —haciendo sonreír a Valentín.

Andrómeda ~ WosWhere stories live. Discover now