Capítulo 12

19.4K 2.1K 399
                                    

Hacía mucho que no experimentaba esa necesidad de ver la hora cada quince minutos para luego sentir un retortijón a causa de la ansiedad que lo embargaba. Hacía mucho que no sentía paz y emoción al saber que vería a alguien dentro de unas horas. Y definitivamente, jamás había sentido el corazón acelerado y el recuerdo palpable en su mano al recordar un agarre.

Era un cúmulo de sentimientos que iban de la añoranza al pánico pasando por el temor y la felicidad.

Porque sí, pensar en ella y en ese pequeño momento lo llenaba de felicidad. Pero solo debía mirar su foto de perfil para recordarse que estaba fuera de su alcance. Solo debía observar a su hija para rememorar que las cosas podían ser efímeras o una ilusión disfrazada de felicidad. Entonces se decaía, se concentraba en su trabajo y su mente comenzaba a divagar de nuevo para volver a experimentar lo ya mencionado.

Bufó frustrado y miró hacia arriba. Tenía que acabar el nuevo logo de la empresa de energía y estaba tan distraído que no podía.

A su espalda podía escuchar a Sayuri jugando con unos bloques que le regaló Thiago; la pequeña balbuceaba como dándose instrucciones y chocaba los juguetes. Volteó para mirar a su hija y sonrió al imaginarse qué tal vez también a ella le gustaría la construcción. Una familia de arquitectos, eso sería bastante irónico.

Suspiró y bajó la mirada mientras sacudía la cabeza. Últimamente no dejaba de pensar que la chica de ojos verdes permanecería en su vida para siempre.

Cómo niñera o amiga... Sí, claro.

Enredó una mano en su cabello y frunció el ceño, ahí iba de nuevo a experimentar todo lo que llevaba sintiendo desde que despertó.

—¿Quieres ir a caminar? —le preguntó a su hija.

Sayuri lo miró y sonrió dejando expuestos sus pequeños dientes. Dejó los bloques de lado y gateó hasta el borde del corral para impulsarse y ponerse de pie.

Izan rio y asintió.

—Tomaré eso como un sí —le dijo levantándose de su silla y estirando los brazos para relajar la espalda.

Necesitaba distraerse y dejar de mirar el bendito reloj.

Necesitaba distraerse y dejar de mirar el bendito reloj

Deze afbeelding leeft onze inhoudsrichtlijnen niet na. Verwijder de afbeelding of upload een andere om verder te gaan met publiceren.

Sorine odiaba las matemáticas. Eran su talón de Aquiles y era ridículo que se sintiera así cuando al momento de calcular ángulos y espacios para sus planos, lo disfrutaba.

Pero si algo le ganaba a su desprecio por la mencionada materia, era tener que comportarse profesional ante un montón de hombres egocéntricos llenos de dinero. La materia de "expresión verbal en el ámbito profesional" le costaba más de lo que los demás creían y era la más fácil de su carrera.

Anhelaba que el semestre acabara.

Escuchaba al profesor hablar sobre términos y sus distintos significados mientras dibujaba en la esquina de su cuaderno un cono de helado. Le pintó chocolate encima, chispas de chocolate y una cereza. Le estaba quedando tan perfecto que ya hasta se le había antojado.

Abrieron la puerta y al levantar la cabeza, notó al director de su carrera entrar seguido de sus dos becados más cercanos.

—Atención, tenemos un anuncio —exclamó su maestro dándole paso al director.

—Como bien saben dentro de unos días se tenía planeado el concurso de la materia proyectos tres —inició el hombre de avanzada edad que era un tanto regordete.

Todos comenzaron a murmurar al asimilar la frase "se tenía planeada", Sorine incluso frunció el ceño extrañada.

—Sin embargo, tenemos una propuesta; el equipo de inversionistas se ha extendido de manera importante y quieren hablar con los participantes. —El comentario causó más revuelo en la clase, todos susurraban.

Algunos se quejaban pues ya tenían los proyectos terminados, mientras que otros hablaban excitados al tener la oportunidad de llegar más lejos.

Sorine se mantuvo callada, su proyecto estaba prácticamente terminado, pero le vendría bien más tiempo para ajustar el sistema de agua pluvial.

—En la tarde los nuevos inversionistas asistirán al salón de proyección uno, esperamos verlos a todos para escuchar qué traen entre manos —siguió el director—. La reunión será a las tres de la tarde.

Tras concluir el aviso, el hombre le dijo algo a su maestro y Sorine mordió el interior de su mejilla.

De por sí ya se sentía presionada por los actuales inversionistas y presentía que los nuevos iban a aumentar la tensión, pues parecían tener gran importancia. La suficiente para que movieran el concurso a escasos cinco días de iniciar.

Suspiró cansada y sacó su celular. Probablemente ese día no podría ver a Sayuri e Izan.

Ella, tú y yoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu