Capítulo 37

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26 de Agosto 2018

No era posible que el cuerpo le pudiera doler como actualmente lo hacía. Las piernas le temblaban y sentía que los pechos le iban a estallar al estar llenos de esa leche que estaba cansada de sacarse con la mano.

¿Por qué no escuchó a su madre?

Eso sin mencionar lo mucho que le ardía ahí abajo cada que iba a orinar. Llevaba casi una hora levantándose una y otra vez para acudir al baño. Odiaba ver la sangre roja y sentir tanto dolor.

¿Dónde demonios estaba Ethan?

Debería estar ahí a su lado dándole palabras de ánimo o ya de mínimo agradeciéndole por llevar el embarazo a término... por así decirlo.

Gimió de dolor y se acostó de lado no soportando la posición. Jamás volvería a pasar por eso, no pensaba tener un solo hijo más. Por nadie.

Escuchó la puerta a su espalda ser abierta y con mucha dificultad se giró. Ahí estaba, la fuente de todas sus desgracias... O más bien el objeto de su obsesión. El chico vio hacía todos lados con nerviosismo antes de llevar su atención a ella. Tenía medio cuerpo asomado por la entrada y con una mano sostenía la puerta.

—La van a traer en un momento, dijeron que pueden dejar aquí la incubadora para que la veas —masculló bajando la mirada.

Ella frunció el ceño y se sintió decepcionada al no escuchar un "¿cómo te sientes?" salir de su boca.

—Casi muero, ¿sabías, Ethan? —espetó molesta.

El mencionado la miró contrariado antes de ver hacia el pasillo de afuera.

—No fue así, tuviste un parto difícil porque se adelantó, pero no estuviste a punto de morir, Lara —alegó endureciendo la mirada.

La chica abrió ligeramente la boca.

—¿Quién estuvo ahí? ¿Tú o yo? Sentí como si la vida se me fuera...

Orbes ambarinos parecieron destellar con enojo.

—Eso pasa cuando tomas unas jodidas pastillas para... —Tensó la mandíbula y ella percibió que su enojo iba en aumento—. ¡¿Tanto te costaba esperar dos meses?!

Lara se incorporó con dificultad en la cama, empuñó las manos y lo miró enfurecida.

—Lo quise terminar desde antes, pero no, tú y tu maldita necesidad de tener una familia...

—¡Solo lo hiciste porque es una niña! —exclamó el castaño entrando a la habitación y señalándole de manera acusatoria—. Si hubiera sido niño no habrías atentado contra su vida tantas veces... ¡Es tu sangre! ¡¿Cómo pudiste hacerlo?!

Ambos respiraban con fuerza, el chico parecía incluso hacerlo de manera ajetreada. Ella desvió la mirada sintiendo una punzada de dolor junto a ese molesto ardor en su zona baja.

—Estoy muy joven para ser madre —susurró.

Él abrió la boca para refutar pero un toque en la puerta interrumpió la discusión. Ambos voltearon y observaron a la pediatra asomarse con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Les tengo un regalo —les dijo antes de desaparecer y abrir más la puerta para pasar por ella lo que parecía ser una cápsula transparente en donde un diminuto cuerpo conectado a varios cables respiraba de manera rápida.

Un enfermero junto a otras dos mujeres entraron y acomodaron la incubadora junto a la cama de Lara. La pediatra les siguió, llevaba en las manos lo que era el historial de la pequeña bebé de siete meses.

Ella, tú y yoWhere stories live. Discover now