Capítulo 15

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Nunca se le había hecho tan largo el trayecto al hospital. Cada semáforo parecía durar horas en vez de minutos y no dejaba de mover su pierna con desesperación. Macy no dijo nada, de hecho solo la veía antes de regresar la atención al camino.

Estaban a cinco calles y el semáforo no cambiaba de rojo a verde. Casi tenía ganas de bajarse para recorrer los últimos kilómetros a pie.

—¿Qué pasa? Cambia —masculló mientras veía su celular no sabiendo por qué esperaba que Trevor le dijera algo, cualquier cosa.

—Debe de estar con ella, por eso no te informa nada —dijo Macy sabiendo lo que esperaba.

—Debí darme cuenta que era algo más, dormía mucho... Pero no, obviamente mi mente estaba en otro lado —se reprochó cubriéndose el rostro con las manos.

—Sorine, no eres doctora, no por mucho que Trevor te enseñe lo vas a ser —alegó su amiga con firmeza mientras avanzaba recibiendo el paso.

La castaña subió las piernas al asiento y refugió el rostro entre ellas. Lo que Macy no sabía era que pasó demasiado tiempo distraída a causa de aquél beso que jamás debió pasar.

Sintió un pequeño tope y levantó la cabeza, finalmente estaban en el hospital.

—Me voy a estacionar en el área pública para que Thiago me imite.

Sorine asintió viendo por el retrovisor el auto negro del inglés.

Cuando finalmente se detuvieron, ella bajó y casi corrió hasta urgencias. Cuando entró al área de espera, encontró a Paige sentada sobre una de las sillas con piernas y brazos cruzados. Apenas la pelinegra la notó, se levantó.

—Solo lo dejaron pasar a él. —Casi le reclamó.

—Pai, solo puede pasar un familiar, deben ser políticas del hospital. —Escuchó a Thiago explicar detrás de ella.

Sin embargo, la mirada de la castaña estaba clavada en la pelirroja que hablaba con una enfermera. No dijo nada, solo caminó a la mujer dejando atrás a los demás.

—Karan —la llamó y la mencionada volteó antes de darle más indicaciones a la enfermera para prestarle toda su atención—. ¿Y Trevor? Necesito...

La mujer asintió y le hizo un ademán con la cabeza para que la siguiera, Sorine volteó a ver a los demás y Macy articuló "ve" mientras los otros dos la miraban con seriedad.

Les dio la espalda y siguió a la amiga de su hermano.

—Llegaron hace veinte minutos, la pequeña trae una fiebre de treinta y nueve —le explicó Karan y Sorine sintió un tirón en el pecho.

—Dios —susurró sintiendo como su estómago caía al suelo.

—El chico es demasiado joven, casi tuvimos que llamar a seguridad porque no quería dejar a la bebé.

Sorine mordió su labio inferior sabiendo que Izan debería estar más asustado que ella. Sayuri era su vida entera.

Karan la guió hasta la parte de cuidados intensivos y sacó su celular cuando este timbro. Se detuvo frente a unas puertas de color rosa y leyó.

—Está adentro, debo ir a ver a otro paciente.

La chica asintió y tras mascullar—: Gracias. —Entró por las puertas.

La escena que la recibió le apretujó el corazón de una manera que jamás había experimentado: Izan tenía una mano apoyada sobre el vidrio por el que podía ver a Sayuri ser atendida, sus ojos estaban brillosos como si estuviera conteniendo lágrimas y su rostro estaba repleto de miedo.

Cuando la puerta tronó un poco detrás de ella, el chico giró la cabeza en su dirección, no supo distinguir la emoción que invadió esos orbes ambarinos, pero Izan bajó la mano y dio un paso atrás mientras la veía.

—Izan —susurró acercándose.

El castaño negó varias veces.

—No sé qué pasó, estaba mejor y de pronto respiraba rápido y lloraba como si algo le doliera, sus labios se pusieron azules y... —El chico atropellaba las palabras mientras veía al suelo—. Le di el medicamento que me dieron, juro que lo hice —finalizó en tono angustiante.

Pudo notar el ligero temblor en las manos de Izan y como su voz se quebraba cada vez más mientras le contaba lo que los había llevado al hospital.

Entonces alguien abrió la puerta detrás de él y el castaño volteó a gran velocidad. Un hombre alto de cabellera negra con ojos marrones salió de la sala donde estaba Sayuri con unos papeles en mano.

—¿Moore Izan? —preguntó mientras Sorine se paraba detrás del chico y este asentía—. Sayuri tiene neumonía. —Se escuchó como el castaño jadeó y Trevor sintió algo de lástima cuando su rostro perdió color—. La fiebre subió a treinta y nueve, estamos tratando de controlarla.

Las manos de Izan se tornaron blancas por la fuerza con que las apretaba, así que Sorine puso una mano en su brazo y el chico la vio unos segundos antes de regresar la mirada al hombre que asomaba en las fotos de la castaña.

Trevor frunció un poco el ceño cuando vio a su hermana pero rápidamente retomó la compostura.

—Estamos administrando antibióticos por vía intravenosa y con eso esperamos controlar la situación —finalizó.

Izan asintió varias veces.

—Gracias —susurró con la voz ligeramente ahogada.

Trevor movió la cabeza de manera afirmativa antes de ver a su hermana y regresar a la sala con la hija del que acababa de apodar en su mente como "mocoso".

El chico suspiró de manera audible y se mantuvo inerte por lo que Sorine con mucho cuidado lo giró, al ver su rostro sintió que el corazón se le detuvo: Tenía unas cuantas lágrimas en sus mejillas y el rostro lleno de culpa y derrota.

No se pudo contener, ni siquiera lo pensó, solo lo abrazó con fuerza tratando de transmitirle algo de esperanza.

Izan se tensó sintiendo el cuerpo de la castaña, pero tras unos segundos, puso sus brazos alrededor de ella y escondió el rostro en el cuello de la chica. Tenía pánico, estaba desesperado y no sabía cómo ayudar a su pequeña.

Apretó más fuerte a la castaña en sus brazos cuando las lágrimas salieron a más velocidad y su cuerpo se estremeció ante el profundo sentimiento de agobio.

—Tranquilo, estará bien —susurró ella en su oído.

E Izan se refugió en esas palabras no sabiendo porqué le creía así todo le dijera que nada lo estaría.

Ella, tú y yoWhere stories live. Discover now