Capítulo 23

16.9K 1.8K 790
                                    

Sorine revisó su celular con un gesto decaído. Ya no moqueaba pero el estar sana la obligaba a concentrarse en otras cosas que no fuera su enfermedad.

Los extrañaba horrores... A los dos.

Pasó todas las fotografías de su galería hasta esa que se tomaron los tres juntos. Suspiró con pesadez y se frotó la frente. Tal vez fue muy dura pero en verdad la había lastimado. Bloqueó el celular y puso ambas manos en su rostro.

Ni ganas tenía de hacer la maqueta y le quedaba poco menos de dos semanas para presentarla. Pero no renunciaría al proyecto, el problema con Izan no iba a afectar su decisión de ayudarlo a conseguir ese contrato laboral.

—Hola. —Escuchó a su espalda.

Sintió un escalofrío recorrerla de la cabeza a los pies y bajó las manos con lentitud. Casi en cámara lenta, apareció la fuente de todos sus problemas en su rango de visión.

Lara tomó asiento justo frente a ella, la miró con seriedad y ella guardó su celular de manera recelosa.

—No te había visto desde hace días... —murmuró la chica.

Sorine la vio con ojos entrecerrados experimentando ira correr por sus venas. El cinismo, el descaro.

Sin decir una palabra se levantó y tomó su mochila del suelo antes de darse la vuelta para dar grandes zancadas fuera de la biblioteca. Sus manos temblaban a causa del coraje, iba tan concentrada en tratar de calmar su alterado estado que se sobresaltó al sentir la mano que la tomó del brazo para detenerla y hacerla girar.

La rubia la había seguido y la veía con sorpresa.

—¿Sucede algo? Yo pensé que...

—¿Por qué fingiste no reconocer a Sayuri? —la interrumpió Sorine con tono desafiante.

La chica se quedó con la boca abierta e incluso levantó ambas cejas. Su desconcierto parecía genuino pero la castaña ya no se tragaba la actuación.

Finalmente, Lara bajó la mirada.

—No es fácil hablar de un pasado tan doloroso —respondió en voz baja.

Sorine carraspeó y negó.

—¿Doloroso para quién? ¿Para ti o Izan?

La chica suspiró antes de cruzar los brazos.

—No sé qué te habrá dicho Paige o Thiago pero te aseguro...

—Ellos no me dijeron, escuché todo de boca de Izan —exclamó ella con enojo—. Cómo intentaste... Y luego... —Sorine hizo un sonido de exasperación y azotó un pie en el suelo.

La rubia la veía realmente sorprendida.

—¿Ethan te dijo? ¿Todo?

La castaña entrecerró los ojos. ¿Acaso no entendía que estaba en una relación con él?

Entonces la otra chica tomó una postura rígida y llena de enojo.

—Mira, no quiero que piensen que estoy aquí para separarlos, él tiene derecho a rehacer su vida así como yo lo hice —anunció—. Se lo dije a Ethan, no tengo derecho a recriminarle nada.

Sorine frunció el ceño, le estaba haciendo saber, de manera poco sutil, que hablaba con el castaño. Negó y vio a Lara con tanta frialdad como pudo.

—Tienes razón, no tienes derecho —dijo en voz baja—. Sobretodo cuando intentaste abortar a Sayuri y la abandonaste en un orfanato... Tú, menos que nadie, tendría derecho a opinar sobre la vida de Izan —espetó.

Ella, tú y yoWhere stories live. Discover now