CAPÍTULO 29

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Joaquin:

Los camerinos se convirtieron en uno de mis lugares favoritos, los considero baúles de recuerdos, lo cuáles son testigos de nuestro inocente pecado. De aquellos besos y caricias que no son comunes en compañeros de trabajo.

Como de costumbre, después de usar el vestuario de Temo, me dirijo hacia él camerino de Emilio, sin importar que en este momento está grabando.

Siempre habrá un camerino vacío, ya sea el mío o de él. Mientras que en el siguiente, probablemente dos chicos se estén besando... Espero que Juan jamás lo noté.

Después de la entrevista que tuvimos hoy, el fandom se volvió loco con el contenido "Emiliaco" que les proporciono Emilio. Haciendo tendencia la frase "Mi Joaquin", que es como me llamo durante ésta.

También observaron el contacto físico que mantuvo ¿Cómo no hacerlo? Si tocaba mi pierna o rodilla cada cinco segundos.

No me molesta en lo absoluto, adoro que apoyen una posible relación entre ambos. A veces imagino como es que sería, ya que estos últimos días han sido variados; en ocasiones es muy empalagoso o todo lo contrario, comportándose muy indiferente.

Solo busco una señal para renunciar todo ¿Qué se supone que debo hacer? Y es entonces cuando comprendo que no puedo estar sin él, porque sus caricias se han vuelto todo para mí. Porque entiendo que lo adoro, que adoro cada parte de él, inclusive sus defectos.

Quiero estar aquí para él, no pido más. Estoy satisfecho con limpiar las lágrimas de sus mejillas en los momentos difíciles, sostener su mano y decirle que todo va a estar bien. O en cambio, sonreír junto a él, escuchar esa voz chillona que siempre tiene cuando algo lo emociona.

Sé lo que están pensado, que soy un estúpido por permitirlo, por seguir en este tóxico juego de mentiras, pero ustedes no lo entienden... Yo lo quiero, lo quiero cerca de mí de alguna manera, no importa cual. Siendo inevitable pensar en  la esperanza de que algún día sienta algo por mí, aún prevalece.

Emilio abrió ligeramente la puerta, mostrando solo su cabeza.

—¡Bonito! ¿Qué haces aquí? —entró a la habitación, cerrado la puerta con seguro.

—Te estaba esperando, mi Emilio —me levanté, volviendo a sentarme en el sofá.

—¿Ya viste la tendencia, mi Joaquin? —sonrió, apoyando sus manos en la mesa frente al espejo.

—¿Quieres clases para disimular? Soy bueno haciéndolo.

—Eres bueno para muchas cosas —dijo en tono seductor—, pero para eso no.

—¿Ah no? —caminé a su dirección, posando mis manos en su cintura— Y según tú ¿Para qué soy bueno? —dije imitando su tono.

—Para bailar, cantar, actuar, volverme loco —le dió un pequeño beso a mi cuello— Y su duda alguna para que be-sar —unió nuestro labios, en un beso dulce y lento.

Rodeó mi cintura con sus brazos elevando mi cuerpo, y así permitiéndo que inmediatamente mis piernas rodearan su cadera. Dió un pequeño brinquito para acomodarme. Éste se giro para sentarme en la mesita, en dónde anteriormente él estaba apoyado.

—¿Sabes por qué te dije mi Joaquin? Lo hice a propósito —se separó, apoyándose de mis muslos.

—¿Por qué?

—Por que él te llamó así, y eso no se lo iba a permitir —soltó una risa nerviosa.

—No mames Emilio, es un señor —comencé a reír.

—Déjame —avergonzado, escondió su rostro en mi cuello.

—¿Estabas celosito, mi amor? —besé su hombro.

EMILIACO 🏳️‍🌈. #Wattys2019Where stories live. Discover now