CAPÍTULO 37

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Joaquin:

Este es la perfecta descripción de lo que habría sucedido si aquella mañana, no hubiera salido por su puerta, dejado la nota y perderlo por días. La única diferencia es que ayer no hubo intimidad de por medio.

Estoy boca arriba, y Emilio está sobre mi pecho, con una mano en mi abdomen. Sus labios permanecen entre abiertos, sus rizos están revueltos. La luz del ventanal a nuestro costado hace que la piel de Emi sea más perfecta de lo normal, dando un pequeño tono rosado a sus mejillas y labios.

Su espalda está al descubierto. Sin pensarlo dos veces, paso lentamente mis dedos sobre ella, delineando su columna vertebral. Su piel es tan tersa, y bronceada... La imagen de Emilio justo ahora es excitante, sin embargo, la magia debe terminar, ya que el reloj marca las 9:00am y el señor Osorio desea que ambos nos presentemos a grabaciones a las 11:00am.

—Dormilón —mi voz suena ronca, al ser mi primera palabra del día—, es hora de despertar, amor.

Los ojos de Emilio se abrieron por fin. Su mirada se quedó fija al ventanal, después la bajo hacia su mano, alarmandose al sentir mi presencia. Subió rápidamente su rostro hacia mí. Le dedique una sonrisita y él me la devolvió.

—Joaco —mojó sus labios— ¿Te han dicho lo bonito que te ves al despertar? —apoyo su barbilla en mi pecho sin dejar de mirarme.

—Mira quién lo dice... —toque la punta de su nariz.

—Quiero despertar así todos los días de mi vida —deposito un tierno beso en mi cuello.

—Tendríamos que mudarnos a la playa.

—Entonces lo haremos.

—¿Dejarías todo?

—Para tener está imagen todos los días... —arrebato la sábana que cubría mi cuerpo— Creo que sí.

Dejó caer su cuerpo sobre el mío, besando mis labios en un ritmo placentero. Ambos succionando y mordisqueando los del contrario.

Abrió mis piernas, llevando su pelvis a la mía. La moví de arriba a abajo, causando fricción en nuestras entrepiernas.

Tomó mis caderas y me ayudó a que los movimientos fueran más bruscos y rápidos. Sentí como cada vez su miembro se ponía más duro. Sus mejillas aumentaban de calor.

—¿T-te gusta? —pregunté en un tono sensual.

Emilio solo mordió sus labios, asintiendo con su cabeza.

—Pues... Feliz día del amor y la amistad —baje mi mano entre nuestros torsos hasta llegar a su entre pierna, Emi detuvo sus movimientos y me miró sorprendido.

—Joaco... No... ¡Ah, mierda!.

Con la palma extendida, inicié masajeando su miembro de arriba a abajo sobre la tela de su boxer. Las expresiones de Emilio son tan eróticas, que mi miembro se ponía duro cada vez más, así que llevé mi mano por debajo de mi boxer y comencé a masturbarme.

—D-deja que... Qué te ayude —dijo jadeando.

Tomó mi pene bajando mi ropa interior, lo rodeó con una de sus manos moviendola de arriba a abajo, presionado la punta con su pulgar cada vez que su mano llegaba ahí.

Se sentó en mis muslos, subí un poco mi espalda al respaldo de la cama y masturbe a Emilio de la misma manera. Sincronizado la velocidad y los movimientos. Nuestras miradas fijas en los ojos del contrario...

—¡Oh! ¡Ma... Más rápido! Aah... —gimió Emilio antes de venirse en mi pecho, yo lo hice segundos después.

Cayó rendido a mi costado.

EMILIACO 🏳️‍🌈. #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora