Little Witch Academia: Una Nueva Generación de Aventuras.

Capítulo 15: Confesiones

- Y- Yo... -titubeó Angela- Yo fui quien le suministró a Alessa una poción de amor, la cual provocó que se enamorara de mí -mencionó con un claro nudo en la garganta.

Una fuerte ráfaga de viento meció el cabello de ambas chicas, quienes se miraban la una a la otra en un absoluto e incómodo silencio. Incluso las pocas aves que se habían aventurado a salir en esa fría noche habían callado por completo.

- ¿Q- Qué fue lo que dijiste? –dijo Eliza aún sin poder procesar aquella repentina confesión de parte de Angela, quien se encontraba a menos de un metro de ella, llorando en silencio.

- El día en que Alessa me defendió, frente a toda la escuela, de la ira de la directora Finnelan, usé un filtro de amor que suplantó todos esos sentimientos que ella sentía por ti y los transformó en afecto hacia mi persona... ¡Es culpa mía que Alessa terminara contigo! -exclamó con algunas lágrimas deslizándose sobre sus mejillas- ¡Por favor, perdóname...!

Eliza no respondió. Lo único que hizo fue abofetear a Angela con todas sus fuerzas, dejando sobre el rostro de la joven de ojos verdes, una marca completamente roja puesta sobre su mejilla izquierda.

- ¿P- Por qué...? -mencionó con la voz entre cortada- ¡¿Por qué lo hiciste?! -gritó mientras tomaba a Angela por los hombros. Sus ojos ya no podían contener las lágrimas. Aquella repentina confesión la había tomado por sorpresa.

Angela, por su parte, miró a Eliza fijamente a los ojos.

- Porque ella era mi última esperanza -respondió en un tono bajo de voz, casi susurrando.

Las dudas asaltaron los pensamientos de la joven Handbrige.

- ¿E- Esperanza? -preguntó Eliza una vez soltó a Angela.

- Si, esperanza... -mencionó al mismo tiempo que desviaba la mirada directo hacia el cielo. El viento meció su largo cabello- Alessa es hija de Diana Cavendish y de Atsuko Kagari, las dos brujas más grandes de toda la historia de la magia y heredera de sus respectivos linajes: El Clan Cavendish y el Clan Yamane...

- Lo sé... -interrumpió Eliza- ... Sé que Alessa es descendiente de dos de las Antiguas Nueve Brujas y que sus habilidades con la magia son insuperables, pero ¿por qué dices que ella es tú última esperanza?

- Mi familia... -contestó sin muchos ánimos.

- ¿Tú familia?

- Si... -afirmó Angela mientras asentía con la cabeza lentamente- Hace poco más de quinientos años, casi a finales del siglo XV, el Clan de los Paracelso gozaba de un gran prestigio y poder dentro de la Europa medieval. En una época en donde los descubrimientos y las innovaciones estaban a la orden del día, mi familia era de suma importancia dentro de las ramas de la magia y la ciencia en ese entonces -Angela recordaba, con una ligera sonrisa dibujada en su rostro y una pequeña lágrima deslizándose sobre su mejilla, la gloria de sus antepasados.

- Yo... no lo sabía -dijo Eliza.

- Lo sé -replicó Angela mientras miraba a la jovencita peli-castaña frente a ella- La memoria de mis ancestros se perdió dentro de las páginas de la historia y nuestro linaje fue poco a poco perdiendo su estatus de grandes científicos y poderosos magos. Hoy en día, lo único que se dice de nuestra familia son mentiras e insultos y nuestra progenie es odiada por ambos mundos; el de los humanos y el de las brujas.

- ¿Por qué? -preguntó Eliza con muchas más dudas- ¿Qué fue lo que pasó?

Angela, con una voz temblorosa, respondió:

- El patriarca de nuestro clan; el científico y alquimista Teofrasto Bombast von Hohenhein Paracelso, era reconocido como un hombre de ciencias y con un coeficiente intelectual superior al resto de los demás científicos en todo el mundo. Sus grandes hazañas se hicieron acreedoras de varios reconocimientos y premios por todo el continente europeo, así como en Asia y parte de África. Después de haber concretado su mayor logro: el "Homúnculo", y el haberse negado a compartir el secreto de su éxito con toda la comunidad científica, lo hizo hacerse de poderosos enemigos, quienes vieron en él una amenaza a sus intereses.