★彡[ Capítulo 8 ]彡★

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Miedo



El miedo es un sentimiento que muchos sentimos es lo que nos hace humanos, pero el temer a algo es bueno nos hace quienes somos.

Katsuki muy pocas veces sintió el verdadero miedo, de eso estaba seguro no por nada era quien era.

Suspiro en este momento estando en el hospital con el corazón en la mano le recordaba que no somos inmortales que en cualquier momento puedes perder a las personas especiales de tu vida.

Agarro su cabeza con frustración tenía casi 3 horas y nadie le decía nada.

Se puso de pie y empezó a dar vueltas por el lugar, cuando el doctor salió se dirigió a él y le exigió respuestas.

— Sólo es un resfriado — dijo el dr.

— Entonces... ¿Por qué duraron tanto? — fruncio el ceño.

— Debíamos bajar la fiebre o seria malo para su esposo — miro al rubio — debe descansar le dare una receta para los medicamentos — le entrego una hojita.

— Gracias — dijo nada más.

— Ya pueden irse — dijo cuando ambos llegaron al lugar donde estaba Eijirou.

— Gracias — susurro Eiji, le dolía la garganta, la cabeza, todo el cuerpo en si.

Cuando iban en el auto, se recostó un poco a dormir, no sintió cuando llegaron a su casa, tampoco cuando Katsuki lo bajo del auto, ni mucho menos cuando lo dejaron en su cama.

En la madrugada sintió calor y se levanto, se metió a duchar estaba sudando, toco su frente la fiebre había bajado pero no debía confiarse.

Después de ducharse salió vestido y fue a la cocina por algo de comer, tenía hambre.

Comió lentamente al sentirse satisfecho fue a la sala y se acomodo en el sillón, se quedo dormido sin darse cuenta.

Katsuki desperto y no encontro al pelinegro a su lado, se puso de pie y empezó a buscarlo, encontrándolo en la sala.

— Y no quieres enfermar — lo cubrió con una sábana.

Desayuno, preparo sus cosas, se vistió y salió a trabajar, no sin antes dejar un beso en la mejilla del chico.

Cuando salió del trabajo volvió a casa, había recibido la llamada de su madre saludándolo y diciéndole que vayan a visitarlos.

Paso por una tienda para comprar la timida que Eijirou le había pedido días antes. Al llegar miro como Eiji estaba en el sillón leyendo tranquilamente.

— Bienvenido — dijo el pelinegro.

— Estoy en casa, ¿Cómo te sientes? — pregunto curioso.

— Mucho mejor, sólo debía descansar — dijo cerrando el libro para mirar al rubio.

Se quedaron en el sillón platicando, acurrucados uno al lado del otro. Antes de dormir se ducharon juntos aprovechando que ya Eiji estaba bien para recorrerse el cuerpo mutuamente.

Entre besos y caricias llegaron a la cama, mojándola un poco, se envolvieron entre las sábanas, se dejaron querer, se dejaron amar.

Las manos viajando de arriba a abajo, sus piernas enredándose, sus bocas juntas reconociéndose, sus ojos entrecerrados viendo los sonrojos que sus mejillas tenían.

Un gemido salido de la boca de ambos dio como finalizada la danza de la cual habían sido participe.

Envueltos en un ambiente cálido ambos se dejaron envolver por el sueño.



Continuara



Si por mi fuera actualizaría diariamente.

Un Alocado AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora