━ PRÓLOGO

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Strangers» PRÓLOGO

Era una mañana soleada, y aquello se podía notar claramente en los pocos rayos de sol que se colaban entre las persianas e iluminaban un poco la habitación oscura

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Era una mañana soleada, y aquello se podía notar claramente en los pocos rayos de sol que se colaban entre las persianas e iluminaban un poco la habitación oscura.

Le gustaba pensar lo que podía estar haciendo esa misma mañana, a pesar de que prácticamente se estaría haciendo daño a sí misma de forma psicóloga, pero no le importaba.

Podía estar en el supermercado con su hermano y su tía, haciendo las compras de la semana y metiendo, a escondidas de la mayor, una bolsa de gomitas o cualquier otro dulce que estuviese en la estantería más cercana.

Podía estar con su hermano mayor y con su tía en la plaza de la ciudad disfrutando de unos deliciosos helados de su heladería favorita a la que solían ir todos los fines de semana.

Podían estar jugando unas cuantas partidas de ajedrez en las cuales la mayoría de veces su tía salía ganando, a pesar de que ella y su hermano intentasen hacer todas las trampas posibles. Podían estar escuchando música vieja de la época de la mujer, entre risas y burlas entre ellos por algún recuerdo que se les pudiese venir a la mente, mientras que hacían el almuerzo.

Podía estar haciendo infinades de cosas en esa misma mañana, pero, y aún así, ella se encontraba sentada en el suelo de su oscura habitación, con su espalda apoyada en la madera a los pies de su cama con sábanas lilas, con su mirada perdida en algún punto del lugar porque su cabeza se encontraba muy concentrada en revivir los recuerdos tanto cercanos o lejanos, destruyéndola cada vez más.

No le interesaba bajar a la primera planta y establecer una conversación con cualquier persona que se hallaba en la sala de su casa, ya había tenido bastante con la incomodidad que sintió horas atrás cuando la mayoría se le había acercado para darle las condolencias, a pesar de que a algunos ni siquiera los conocía.

Simplemente quería pasar el resto del día en su habitación, en el mismo lugar, con sus ojos levemente rojos y sus labios secos, no quería la compañía de nadie.

Sólo quería estar sola.

Su tía le solía decir que después de la tormenta salía un arcoiris. Para ella, después de la tormenta sólo vinieron más y más problemas, como si el mundo no estuviese cansado de estar en su contra. Quizás estaba exagerando, quizás estaba siendo demasiado dramática al pensar que lo que le pasaba era el fin del mundo y no había solución. Pero así lo sentía ella, como el fin del mundo.


O al menos, el fin de su mundo.

Pasó su brazo por el borde de sus ojos para limpiarlos de las lágrimas que se habían acumulado en ellos, y luego, dirigió sin ánimos su mirada hacia la puerta de su habitación que se había abierto, dejando pasar el sonido que provenía del piso de abajo y el cual para ella, en ese lapso de tiempo encerrada, no lo había notado.

-Ava me dijo que estabas aquí -se excusó la mujer joven, que cargaba un plato con comida en su mano derecha mientras que la otra aún sujetaba el pomo de su puerta.

-No tengo hambre -aclaró mediante un susurro, sintiendo cómo le ardía la garganta.

La ojiverde soltó un suspiro pequeño cuando la rubia volvió a juguetear con el borde de su vestido negro como si fuese lo más interesante, y entró a la habitación cerrando la puerta detrás de ella y dejando el plato de porcelana en el escritorio de madera pegado a la pared.

La mujer no sabía cómo entablar una conversación con su prima, porque a pesar de todos los intentos que hizo estando el cementerio para subirle los ánimos, ella siempre respondía con una sonrisa forzada que se iba al instante.

-No quiero ir a la escuela mañana -musitó la rubia una vez que su prima se sentó a su lado, el notable temblor en sus labios al decir aquellas palabras ante el miedo de que su voz se pueda quebrar en cualquier momento. No es que no quisiera ir a la escuela, es que no creía que iba a tener la suficiente fuerza como para levantarse y estar ocho horas en la secundaria, paseando por los pasillos y llamando quizás la atención de algún otro estudiante, tal cómo había pasado años atrás.

El corazón de la castaña se encogió ante la expresión destrozada que tenía la chica. Unas grandes bolsas moradas adornaban sus ojos azules que normalmente detonaban alegría, sus labios rosados en ese momento se encontraban secos e incluso agrietados por la falta de agua, y la punta de su nariz pequeña estaba teñida de un color carmesí leve por llorar tanto.

Estaba a punto de responderle, decirle que si quería podía faltar el día siguiente, o incluso toda la semana si así quería, hasta que un sollozo inundó toda la habitación. Un sollozo al que le siguieron diversas lágrimas descendiendo por sus mejillas hasta llegar a su mandíbula y caer finalmente a su vestido negro.

La mayor no dijo nada, y era mejor así, no era buena en consolar a los demás. Simplemente pasó un brazo por los hombros de la adolescente y la acercó a su cuerpo, dejando que llore en su pecho todo lo que quisiera.

La dejó desahogarse todo lo que deseara. La dejó derramar las lágrimas que no había derramado durante los últimos dos días.

Después de todo, su tía podía tener razón, después de la tormenta sale el arcoiris.

1| 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒 ━ teen wolf Where stories live. Discover now