Capítulo 07.

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Capítulo especial por las 60k visitas.

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Miley Grey.

Suspiro agotada mientras paso el dorso de mi mano por mi frente. Se supone que los fines de semana son para descansar, pero bueno, Miley Grey no conoce eso.

Barro la estancia con la vista en busca de la pequeña terremoto, la cual tengo rato que no veo.

¿Sabes lo que significa cuando un niño está en silencio por mucho rato?

Peligro.

Tener que traer a Mindy al trabajo es aún más agotador porque tengo que estar atenta a todo lo que hace y evitar que logre desbancar a los clientes con sus tácticas de convencimiento.

—¡Mindy Grey, ven acá!

—¡Estoy regando las flores de afuera! —grita en respuesta y me relajo.

Ubico los codos en el mostrador para descansar mi barbilla en mis manos. Esto es peor que un cementerio, hace tiempo que casi no vienen clientes a la Floristería de doña Lory, sin contar que la ubicación del local no está muy bien situada, estas calles no son muy transitadas, pero antes solían hacer pedidos a domicilio por lo menos, ahora ni tan siquiera eso.

Soy consciente de que tengo que empezar a buscar otro empleo para los fines de semana ya que este no me está generando buen salario como antes. Además, en más de una ocasión he escuchado a Doña Lory discutir con su hijo mayor de algunos treinta años cuando viene a hacer chequeo de cuentas. Dice que es un desperdicio seguir invirtiendo en este negocio cuando no genera suficientes ingresos. Justo en este momento estan encerrados platicando, o algo así, ya que alcanzo a escuchar los gritos desde aquí.

Resoplo.

Doña Lory no quiere cerrarlo porque lleva la mitad de su vida con este local, le ha cogido un cariño enorme, a parte sospecho que una de las mayores razones es que no me quiere despedir. No tiene corazón para eso sabiendo mi situación, pero es algo que se escapa de nuestras manos. Empezaré a buscar otro para ahorrarle el dolor de tener que despedirme.

Cuento con otro empleo los días a la semana durante la noche, pero uno solo no me basta, necesito dos para mantener dos personas.

Cojo una de las regaderas y empiezo a regar las flores para matar el tiempo hasta que acabe mi turno. Pienso que no he hecho ninguna de las tareas que dejaron los maestros y quiero despellejarme por la frustración.

No he tenido ni un minuto de descanso, algunos maestros piensan que no hago las tareas porque simplemente no se me antoja, pero ojalá terminar las tareas sea mi única preocupación.

Doy un respingo cuando escucho cómo una puerta es azotada y a continuación el hijo de doña Lory se hace presente.

—Hola, Lily —saluda y ruedo los ojos ante su asqueroso mote.

—Le he dicho que mi nombre es Miley, no Lily —detesto los diminutivos, ya de por si mi nombre es corto.

—Siempre de grosera —murmura con disgusto.

Lo ignoro mientras continúo con lo mío hasta que siento unas manos en mi cintura. Me volteo como su estuviese poseída y le aviento la regadera en la cara.

30 Días en detención ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora