Capítulo 10.

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Capítulo diez – Tutorías e impulsos.

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—Hola.

Levanto la vista concentrada en mi almuerzo para llevarla a la dueña de tan dulce voz y peculiar acento.

—Hola, Liz —saludo a la pequeña chica muy bonita con rasgos asiáticos que carga con unos cuantos libros y he visto en varias ocasiones observandome por el rabillo del ojo en el curso, piensa que no me doy cuenta de su constante escrutinio, pero de hecho sí, y hasta me causa curiosidad saber el porqué me observa desde lejos, pero cuando la saludo actúa raro.

Se supone que es una de las que tienen tutorías conmigo por parte del maestro Crover, algo extraño ya que solía ser una de las más inteligentes del curso.

La voz burlona de mi amigo me hace sacudir la cabeza:

—Flavio no es la única puta persona en la mesa, chiquilla —habla Dorian haciendo que la chica se sonroje en vergüenza. Paty lo golpea.

—La estás volviendo incómoda, animal —le regaña y vuelve su vista a Liz—. Hola, mi nombre es Paty.

—Sé quién eres —sonríe la chica —. Hola.

—Oh —Paty luce confundida.

—Aquí todo el puto alumnado te conoce a pesar de ser nueva, eres como una mosca molesta aparte de ricachona —gruñe Dorian.

—¡Oye! No soy una mosca y tú también eres putamente rico —se defiende mi amiga.

Ruedo los ojos y vuelvo mi atención a la castaña pecosa.

—¿Decías?

—Este... El profesor Crover me ha dicho que tú me darías algunas tutorías de matemáticas —sonrío ante su nerviosismo. Está estrujando los dedos de su mano con la que no sostiene sus libros. Tomo su mano y con las mías la tranquilizo.

Mamá dice que tengo tres serios problemas; el primero es demasiada confianza, puedo haber conocido a una persona en menos de una hora y si me calló realmente bien, seré jodidamente confianzudo, otro de mis problemas es que tal parece no sé lo que es el espacio personal, el problema número tres es que tambien soy algo impulsivo. Si te veo sonriendo y tus cachetes me parecen adorables, me da un impulso de tocarlos y lo hago. Sí, así es Flavio Montés.

Acabo de confirmar esos tres puntos cuando me percato de que estoy sosteniendo su mano. Me aclaro la garganta y la suelto.

En mi defensa, se veía muy nerviosa y trataba de hacerla entrar en confianza.

Dorian bufa, le aburren las personas extremadamente tímidas.

—Tranquila, no tienes porqué estar nerviosa, estás hablando conmigo —río.

—Exacto, con el que se encarga de escribir esos relatos que dejan a todas las féminas del instituto atontadas y el que es aparte de un cerebrito, un chico calientemente sexy, conocido, talentoso... —interrumpo el parloteo de mi amiga.

—Patito, haces cosas hermosas por mi ego, pero creo que la pones más nerviosa.

—Oh, no me di cuenta —sonríe en modo de disculpa.

—Deja que la dulce china, coreana o japonesa termine de hablar —Dorian rueda los ojos dando un mordisco a su manzana verde.

Paty resopla por las palabras sin filtro de mi amigo y yo niego con la cabeza.

30 Días en detención ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora