Capítulo 09.

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Capítulo nueve – Acuerdo de paz.


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Me lleva el diablo.

Llevo toda la hora de receso buscando a Miley para proponerle “casualmente” darle tutorías, pero no la encuentro por ningún lado y ya casi sonará la campana para entrar a las últimas clases del día.

No sé cómo podré convencerla para que acepte, pero debe de hacerlo, o yo estaré jodido. También le prometí al maestro Crover que haré todo lo que esté en mi alcance para ser su “amigo”.

Me encojo de hombros mentalmente. Tampoco es que me esté obligando, la verdad es que esa chica despierta cierta curiosidad que yo como el curioso que soy quiero saciar.

La campana suena y todo el alumnado empieza a dispersarse dirigiéndose a sus respectivas clases. Ruedo los ojos recordando que las clases que siguen son con la intensa de la maestra Clenton.

Doy una última revisada por el patio del instituto en busca de esa chica sangrona y mal hablada, pero no la encuentro, así que decido dirigirme a mi salón, dónde tal vez la vea.

—¡Flavio! —escucho la voz chillona de mi mejor amiga y detengo mi andar para esperarla a ella y a Dorian quien la acompaña.

—¿Qué hay, chicos?— saludo.

—Nos quedamos esperandote en la hora del almuerzo, bro— dice Dorian.

—Sí, ¿Dónde estaba metido el nerd sexy del School Brunx?— cuestiona Paty juguetona.

—Andaba buscando a Miley— respondo sin mucho interés. Nos detenemos en el pasillo de los casilleros para que cada uno busquemos nuestros libros y materiales para la siguiente clase y dejar los anteriores.

—¿Y cómo para qué?— pregunta Paty muy curiosa.

—Resulta que tengo que darle tutorías en matemáticas— digo después de cerrar mi taquilla y esperar a que mis amigos lo hagan.

—Que pesadilla, bro —se ríe Dorian.

—Ni hablar— bufo—. Pero si no lo hago, el maestro Crover me hará un reporte que amenaza con manchar mi expediente académico y evitar que gane la beca.

Una vez Paty y Dorian terminan hacemos nuestro recorrido por los pasillos.

—Todavía no puedo creer que no haya querido ser mi amiga— interviene la rubia indignada.

—Acostumbrate, no a todos le tienes que caer bien— Dorian rueda los ojos con aburrimiento.

—Insípido— le insulta.

—El problema es ella, Paty— la tranquilizo— es un tanto... peculiar.

Ella se encoge de hombros.

Vamos casi llegando al salón de la señorita Clenton cuando de pronto centro mi vista en la ventana del aula abandonada que usualmente ningún profesor utiliza y logro distinguir una figura. Me detengo y achico los ojos para enfocar mejor.

«Ahí estás, gruñoncita».

—¡Hey, chicos!— llamo a los dos que están discutiendo y van más por delante de mi así que me toca alcanzarlos—. Este... Adelantense ustedes, yo voy a buscar mi cuaderno de apuntes que lo olvidé en mi taquilla— miento y ellos fruncen el entrecejo.

—Pero puedes apuntar en cualquier otro, Flavio —responde Dorian.

—Sí, además ya vamos tarde —añade Patricia.

—Saben que me gusta mantener todo ordenado, voy, lo busco, y llego al curso, ustedes adelantense.

—Bueno, como quieras —Dorian habla aún confundido y se da media vuelta retomando el camino, Paty trata de seguirlo, pero la detengo para darle mis materiales y que los transporte al aula.

30 Días en detención ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora