05 |la idiota americana|

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"No me interesa conocerte"

Apreté el lapiz que tenía atrapado en mis manos y escuché como la madera comenzaba a quebrarse. Estaba más que indignada y me sentía estúpida, Roger prácticamente me... escupió en la cara. Desde un principio había sospechado que era orgulloso y un imbécil, pero hace unos minutos demostró que podía ser mucho peor que toda la lista de defectos que tenía estructurada en mi cabeza. ¿Cómo se atrevía? Odiaba el hecho de que hubiese sacado conclusiones de mi persona tan rápido sin haberme dado una oportunidad.

"Recuerda que tú hiciste eso mismo, ______"-Susurró esa vocecita en mi cabeza.

Me relajé un poco y me permití respirar. Puede que sea verdad. Lo prejuzgué, pero tenía todas las razones correctas del mundo para hacerlo. ¿Qué hay de él? ¿A caso había algo que justificara su odio hacia mí? ¡NO! Apenas nos vimos, hicimos un corto y muy insignificante contacto visual que no significó nada mientras subía las escaleras para ir a ducharme. Ni le había visto bien la cara, probablemente tenía tanta prisa como yo que ni se molestó en saludarme.

Tenía esta idea en la cabeza de mantener una relación normal y sana con él, sin problemas en medio que intervinieran en nuestra convivencia, hasta que me complicó la existencia cuando entró al baño y me hizo esa mala jugada del agua sin un motivo en específico.

¿Qué le pasaba a ese chico?

¿Y si Roger era un maniático?
Vivir con un loco podría ser sumamente peligroso; mi vida estaría en riesgo, y no sólo la mía. ¿Y si mataba a mamá y Reagan para intimidarme? ¿Y si Roger era un asesino serial que se aprovechaba de niñas de quince años para violarlas y fusilarlas más adelante? Debía cuidar a mi hermana y no atreverme a dejarla sola ni un minuto con ese psicópata. Nuestra inocencia y vida estaba en juego en esa casa. Extrañaba más que nunca mi viejo hogar en Southport...

Una pelotita de papel golpeó mi cabeza y rebotó sobre mi butaca. Disimuladamente miré hacia la derecha, luego a la izquierda, tomé el papel y lo escondí debajo del pupitre.

"No exageres ______, los pobres árboles no tienen la culpa de la personalidad tan complicada y odiosa que tienes, no te desquites con ellos"
-Roger.

No pude evitar girar la cabeza sobre mi hombro y lanzarle una mirada asesina. ¿A qué diablos se refería con eso? También cabía la enorme posibilidad de que este chico fuera idiota. ¡Genial! Además de ser un asesino en serie, era estúpido y retardado. ¿Que más Roger? ¿Qué más? Vamos, sorpréndeme.

Él rió y comenzó a apuntar repetidas con el dedo índice sobre mi mesa. Le hice señas de qué no sabía de qué demonios estaba hablando, pero él seguía insistiendo en señalar en dirección hacia mi escritorio. Irritada, miré el punto de referencia que indicaba su dedo y observé a mi pobre lápiz partido justo por la mitad encima mi cuaderno.

Suspiré frustrada y dejé caer mi espalda en la silla. Esto estaba matándome. Roger debería sentirse orgulloso, nadie ha logrado ganarse mi odio tan rápido como lo había hecho él. No podía esperar para entrar al equipo de rugby, lo aplastaría como a una cucaracha. Una asquerosa, detestable y muy mal nacida cucaracha.

No entendía por qué le caía bien a tanta gente. Incluso a nuestra maestra parecía agradarle. Sería difícil ganarme el cariño de las personas en esta institución, Roger al parecer era bastante popular y tenía la simpatía de las personas es sus manos. Menos la mía. No sabía si llevarme mal con él afectaría mi oportunidad de hacer amigos.

-De acuerdo chicos-la maestra captó toda nuestra atención con un gesto de manos y el salón quedó consumido en un silencio repentino. La señorita Odair caminó por el aula hasta colocarse en frente de la pizarra. Solté una gran cantidad de aire. Típico: en todas las escuelas, por lo menos en América, los maestros presentaban de forma pública a los nuevos estudiantes. Este momento definiría si le agradaría a mis compañeros o no.

ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ʙᴏʏ| ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀWhere stories live. Discover now