29|¿eso es todo?

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Di un respingo cuando volví a colocarme la bolita de algodón sobre la ceja izquierda. Por suerte, la sangre de la herida ya estaba coagulada y había dejado de chorrearme por la cara. No tenía ni la más mínina idea de cómo iba a ocultar de la gente, en especial de Roger, todos estos golpes y moretones. Ya intenté maquillarme pero no dio resultado, además dolía mucho cuando me aplicaba polvo sobre las áreas afectadas; de ninguna manera volvería a someterme a ese tipo de tortura en mi vida.

Me corrí el cabello hacia un lado y pasé mis dedos por el cuello, las marcas de los dientes y dedos de Uriah eran tan visibles como un letrero de neón en medio de una carretera oscura, y sabía que no se irían de ahí durante un largo tiempo. Toqué una herida y retiré la mano lo más rápido que pude, haciendo una mueca de dolor ante al contacto.

Una patada en la entrepierna, era todo lo que bastaba para hacer caer a un hombre. Había salido corriendo calle arriba sin mirar atrás cuando una bala caliente me rozó la oreja. El corazón por un instante había dejado de latir y llegué a pensar que Uriah me había disparado, pero no fue así. Le exigía a mis piernas más de lo que podían rendir e hice caso omiso al dolor que sentía en los talones. En menos de un minuto ya estaba casa, sana y salva, a pesar de que cojeaba de una pierna porque Uriah no era de los que "dejaban ir" tan fácilmente. Me golpeó más de lo que golpearía un saco de bóxeo en toda su vida, y si le costaba golpear a una chica, no lo demostró. No recordaba haberlo visto hesitar cuando alzaba el puño y lo bajaba, repitiendo la acción una y otra vez.

Nadie me había puesto la mano encima desde que tenía uso de razón, ni siquiera mamá se atrevía a golpearme. ¿Quién era Uriah para sentirse digno de tocar mi cuerpo en la forma que lo hizo? Los ojos me ardían y en mí creció una bruma intensa de deseo de venganza. Todavía podía sentir sus manos tocarme los pechos y sus dientes clavarse en mi cuello, mientras yo permanecía inmóvil, incapaz de poder hacer algo por mí misma, hasta que pude reaccionar e intenté defenderme como mejor sabía. Y ahí fue cuando me golpeó. No una ni dos veces. Varias. Tantas que la situación se transformó en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. O era él, o era yo. Nunca conseguiré entender cómo diablos había escapado viva de sus manos.

Me preguntaba si habría alguna clase de reencuentro, y cuando consideré esa posibilidad, se me helaron los músculos y me temblaron las piernas. Los hombros cayeron como si me hubiesen puesto un saco de plomo sobre ellos.

Me tomó un segundo darme cuenta que estaba asustada.

"No te sientes tan viva ahora, ¿verdad?"

Sacudí la cabeza energéticamente, empujando lejos de mí el pensamiento e intentando concentrarme en otros asuntos. Con mis manos tembroloras levanté la blusa y miré las horrendas heridas en mis costados: grandes contusiones de rojo violáceo sobre mi piel. La puerta del baño se abrió bruscamente y los ojos alarmados de Roger se encontraron con los míos en es espejo.

Mi labios se separaron cuando él entro a la habitación y cerró la puerta tras su espalda. Sus ojos no dejaban de estudiar los daños en mi cintura, entonces yo me bajé la blusa rápidamente para esconder las marcas. Cuando me colocó una mano en el hombro y me giró delicadamente para que lo mirara a la cara, su pulgar me acarició el pómulo en una forma conciliadora que logró que me olvidara de todo por un segundo. Ni siquiera me molesté en preguntarme cómo lo hacía.

Pero su ceño fruncido y la delicada y fina línea en la que estaba apretado su labio inferior me dejaron saber que estaba a punto de explotar y destrozar lo primero que tuviera a su alcance.

¿Si sabía que Uriah era el culpable de esto...lo mataría?

"No, porque él no es un asesino"

ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ʙᴏʏ| ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu