24|no eres como las otras chicas|

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Estaba sentada con las piernas cruzadas sobre el pasto del campo de entrenamiento. Miraba detenidamente los brazos descubiertos de Roger mientras corría alrededor de la pista. Como estaba recién operado y no podía sofocarse mucho con las actividades físicas, el entrenador Leslie solo le exigía lo básico durante los entrenamientos de rugby.

Por más que lo intentara, no podía quitarle los ojos de encima, era como un magnetismo extraño que me mantenía con la mirada fija en todo lo que a él respectaba. Sucedió así el día entero durante las clases y el almuerzo, y él se daba cuenta de aquello, porque aunque me costara creerlo, él también no podía dejar de mirarme. En cierto modo, la idea de que no parara de pensar en mí me traía vuelta loca.

Quizás yo le gustaba.

"O quizás solamente quiera llevarte a la cama"

Me aclaré la garganta y me puse un mechón de pelo detrás de la oreja. Miré mis manos mientras arrancaban el pasto del suelo; puede que sea cierto. Era muy difícil asimilar las cosas, teniendo en cuenta que esta rápida transferencia del odio al amor sucedió ayer por la noche. Roger solía ser muy... Impredecible, al igual que yo. ¿Cómo era posible que después de tanta mierda que pasamos los dos juntos, los dos fueramos capaces de cambiar de opinión tan rápido? Yo podría justificarme simplemente con decir que se trataba de Roger Taylor, es decir, por favor, jamás me atrevería a negar que el mismísimo Adonis quedaba corto a su lado. Pero...¿qué tenía él que decir en su defensa? Yo no era su tipo; no era lo suficientemente hermosa y sexy para que un chico como él... Me dejara las marcas de sus dientes tatuadas en el cuello.

El balón cayó directo en el espacio de mis piernas y escuché la risa cínica de Josh, el pilar derecho del equipo. Bufé con exasperación y le arrojé torpemente la pelota. No, definitivamente no era una persona para Roger. Era algo desequilibrada, distraída y no era una puta. Tampoco era atractiva; era más delgada que el brazo de Reagan y mis piernas eran ridículas. ¿Por qué Roger  se fijaría en una chica como yo? No era la gran cosa.

Aunque ayer en la fiesta...

—¡69, al campo!—rugió el entrenador Leslie después de haber sonado el silbato.

Me puse de pie de mala gana y suspiré con exasperación, dando unos saltitos y sacudiendo mi cuerpo antes de entrar a la zona de batalla. Brian, que estaba sumido en su propio mundo antes de oír el silbato, me palmeó suavemente la espalda y me deseó suerte. Yo le ofrecí una sonrisa torcida y luego me largué trotando a mi posición en el campo.

—¡Sorpresa, sorpresa!—exclamó Josh con voz cantarina, que ahora jugaba la posición de defensa del equipo contrario. Miró a su bando por encima del hombro—, ya hemos ganado esta chicos, yo invito las cervezas.

Me encogí de hombros y apreté los puños tan fuerte como pude, como siempre solía hacer cada vez que Josh me molestaba con sus comentarios de mal gusto. Terminando de colocarme en mi posición, alcé la mirada hacia el frente, en donde se suponía que debía estar, y miré a Roger sentado en las gradas, con una toalla descansando sobre su hombro y tomando agua de una botella. Su camiseta gris de deporte estaba mojada de sudor y su cabello adherido en su frente. Verlo en esas condiciones me daba calor en el punto donde mis piernas se unían. Y por enésima vez, me arrepentí de haber sido tan idiota, jamás debí detener la...situación en la que nos veíamos envueltos esta mañana. Un poco más y él hubiera sido mío. Me maldije mentalmente una y otra vez hasta que un pensamiento terrible irrumpió en mi mente.

"O tú hubieses sido suya, como más de la mitad del instituto"

Y antes de que pudiera darme cuenta, el maldito balón de rugby aterrizó sobre mi cara y me noqueó en un abrir y cerrar de ojos... Literalmente.

ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ʙᴏʏ| ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀWhere stories live. Discover now