15|aquí vamos otra vez|

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Según Roger, Alice se había vuelto muy amiga de Jessie. De un día a otro había cambiado su forma de vestir e incluso fumaba, y aunque tratara de demostrar lo contrario, ella seguía siendo la misma chica inocente de siempre.

                     

Pero Jessie no tardó en manipular su mente.

                     

—Brian la encontró fumando drogas un viernes después de la escuela—me dijo—. Alice era bastante...  Ingenua, alguien tuvo que haberla persuadido a drogarse de esa manera. Y ese alguien era Jessie—aseguró—. Discutimos, nos gritamos y al final dejamos de hablarnos por semanas. Según ella, yo la sobreprotegía, según yo, ella se estaba volviendo loca. Era algo...—suspendió las palabras en el aire y frunció un poco el ceño, probablemente perdido en sus propios pensamientos.

                     

—¿Complicado?

                     

Él me mostró una pequeña sonrisa y al parecer volvió en sí.

                     

—Exacto... Complicado.

                     

—¿Y qué pasó después?

                     

—Jessie siguió presionándola—ahora me miraba con seriedad, yo alcé las cejas y preferí quedarme callada—. Alice no quería consumir las drogas, pero él la estaba obligando, o por lo menos... La manipulaba psicológicamente. Cuando por fin dejó de juntarse con ese imbécil, él entonces comenzó a acosarla. Llamaron a papá varias veces de la escuela porque me había metido en problemas por su culpa, nos ibamos a los golpes cada 5 minutos. Un día comenzó a mandarle cartas a Alice, eran...—Brian se aclaró la garganta y quedó en silencio unos minutos. Yo apretaba su mano e intentaba estudiar sus expresiones faciales... Y ahora que lo notaba, ahora que lo miraba más de cerca... Roger era una persona díficil de interpretar.

                     

Ya no me miraba a los ojos.

                     

—Si no quieres continuar, no tienes por qué hacerlo—susurré finalmente.

                     

—Eran horribles—reaccionó, ignorando mi comentario—. Ella nunca me dejó leerlas, pero yo consegí robarle unas cuantas. Poco a poco la volvió loca hasta que... Hasta que terminó suicidándose.

                     

(...)

                     
Roger se durmió dos minutos después de que hubiésemos terminado de hablar sobre Alice. Me quedé sentada a su lado, y cuando me vine a dar cuenta, tenía un brazo alrededor de su cuello, y como me sentía muy cómoda, nos quedamos así hasta la mañana siguiente.

                     

Entonces todo volvió a la normalidad: la diva Taylor, la duende frenética Foster y la masajista de día y stripper por las noches Margaret. El recuerdo de Alice se fue tan rápido como una estrella fugaz y ninguno de nosotros dos volvió a mencionarla, ni siquiera hablamos sobre Jessie. Era como si la conversación que sostuvimos ayer nunca hubiese existido. Ya no volví a ver al vulnerable y sentimental Roger después de ese entonces.

                     

Y lo prefería así.

                     

ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ʙᴏʏ| ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀWhere stories live. Discover now