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¿Desde cuándo me he vuelto un cascarrabias? Estoy de mal humor la mayor parte del tiempo, la mayoría del día me la paso gruñendo, que en vez de parecer una persona parezco un cerdo

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¿Desde cuándo me he vuelto un cascarrabias? Estoy de mal humor la mayor parte del tiempo, la mayoría del día me la paso gruñendo, que en vez de parecer una persona parezco un cerdo.

Llevo casi cinco días encerrado en mi habitación, ya empieza a desprender un olor demasiado fuerte y mal oliente. Minka viene todas las mañanas a las ocho en punto para abrirme el ventanal que se encuentra en una de la pared que se encuentra al lado derecho, la abre de par en par para que se airé algo pero yo enseguida la cierro ya que el viento me pega directamente en la piel de mi cara y no me gusta nada esa sensación que produce. La piel se me eriza al primer contacto y esa sensación que produce no me gusta un pelo.

Alguien entra en la habitación sin antes tocarla pero no me detengo ni me enfado por dicha acción.

—¡Arriba holgazán! —interrumpe en mi soledad las palabras de Eunika.

—¡No! —intento esconder mi cara debajo de la almohada pero no llegue a hacerlo cuando Eunika ya había visto mis intenciones y me la arrebató. Echó las sabanas hacia atrás y palmeo la cama para que me levantara.

—Quiero que estés en la cocina en menos de cinco minutos —me mira de reojo —el tiempo corre y no te va a favorecer. ¡Te esperamos abajo! Si te portas bien, habrá sorpresa.

—No me digas eso como si tuviera tres años y me portara fatal.

—Eso mismo es lo que haces —ríe mientras cierra la puerta de mi habitación.

De nuevo me quedo solo y cierro los ojos. Me estiro dándome un momento para relajar mi cuerpo ya que lleva tenso unos días y me voy directo a la ducha.

En poco tiempo ya estoy prepara y listo para ir a desayunar. Fui directamente a la cocina sin ver ni distraerme con nada. Allí se encontraban mis tres amigos y una Minka dejando mi desayuno en la isleta donde se comía.

—Gracias Minka —le sonreí mientras me sentaba dispuesto a devorar mi rico desayuno. Me fije en Eunika que tenía una cara que lo decía todo —. Estoy aquí Eunika, relájate.

—Pero tarde.

—¿Querías que bajase con olor a mierda? Apestaba —ella no dijo nada.

—Come señorito, se le va a enfriar el desayuno —hice caso al mandado de Minka.

Empezaron a hablar entre ellos cuatro, mientras yo estaba zampando y no prestaba atención a sus palabras.

—Zarek, con tranquilidad, la comida no se va a ir del plato —me dijo desde su posición Julek.

—Tarde —hable cuando trague todo lo que tenía en la boca —. ¿Qué haremos hoy? —los cuatro se miraron entre ellos compartiendo una mirada que no podía descifrar para luego dirigir sus miradas a mí.

Julek lleva su mano derecha al bolsillo delantero de su pantalón sacando de ahí algo que a primera vista no percibo que es.

—¿Qué has sacado del bolsillo? —debato en mi mente las tantas posibilidades de que sea lo que ha sacado de ahí pero ninguna es la que me esperaba. La llave.

El mundo de ZarekWhere stories live. Discover now