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—¿Estas demente? ¿Qué me estás haciendo? —se estaba llevándose las manos a la cara para quitarse seguramente las lágrimas azules

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—¿Estas demente? ¿Qué me estás haciendo? —se estaba llevándose las manos a la cara para quitarse seguramente las lágrimas azules.

—Por tu bien es mejor que mantengas tus manos lejos de tus ojos —le advierto de una buena forma —y respondiendo a tu otra pregunta; no estoy más loco que tú, al contrario, estoy más lúcido que nunca. ¿Lo que estoy haciendo? Estoy jugando a tu propio juego. ¿No te gusta? ¿Quién es el débil en estos momentos? Creo ver ahora que el que está en desventaja eres tú y solo tú.

—Te juro que no saldrás bien librado de esta —suelto una risa seca y sin humor.

—¿Y quién lo dice? ¿Tu? Tú eres la persona menos indicada para decir algo —doy un par de pasos para llegar a él y susurrarle —tic, tac...el tiempo está por concluirse. ¿Qué has pensado hacer?

Él no dice ni una palabra por varios segundos, el humo sigue expandiéndose por todo el lugar y sus mejillas se están volviendo violetas por las lágrimas.

—No tienes todo el tiempo del mundo, viejo. Rápido hombre.

—Quita el humo y haré que traigan a la niña —no pienso hacerlo, no confío en el, seguro que si el humo desaparece, y no me traerán a Nadzia.

—No —sentencio firme. Aquí las cosas las dictamino yo. Tú no tienes ni voz ahora mismo.

—¿Y cómo quieres que les avise? —me pregunta. En eso tiene razón, no se lo puedo discutir. Lo único que no comprendo es como ha podido burlar a la capa morada, tendría que haber pasado lo mismo que con Bogdan.

—Yo te guiare —le digo seguro poniendo una mano encima de su hombro —, después me tendrás que comentar como has burlando a la capa que esta para que no entre ni salga nadie y si lo intentan, quedan en un profundo sueño.

—Los trucos nunca se revelan. Ahora quítame ya esto de los ojos, cada vez duele demasiado y cada segundo que pasa quema más.

—Te dije que lo primordial; lo primero que debo ver y tener a en frente de mi es a Nadzia. No voy a tener ninguna tregua contigo, ya que tú jamás la has tenido conmigo.

—¿No hay más opciones? —le miro con cara de mala leche. ¿Quién se piensa que soy? ¿El que va regalando oportunidades por toda la cara? Pues no.

—No —sentencio demasiado serio. Al hablar se nota mi enfado, pero él no se inmuta por mi tono, es más, se mofa —. Creo que no te conviene mucho reírte en estos momentos, que yo sepa estas en total desventaja.

—¿Eso crees?

—No lo creo. Lo estamos viviendo ahora mismo.

Guio a Florián hasta fuera de la capa morada, en cuanto la traspasamos, el humo desparece a mí alrededor, lo único que no lo ha hecho es las lágrimas. No le deben de quedar ni dos minutos para quedarse completamente ciego.

El mundo de ZarekWhere stories live. Discover now