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—Ya estamos aquí, desembucha hijo —mi padre y yo acabamos de llegar de la cabaña empapados de agua

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—Ya estamos aquí, desembucha hijo —mi padre y yo acabamos de llegar de la cabaña empapados de agua. Yo no había querido irme a cambiar primero, me urgía hablar sobre el tema "prohibido" de esta casa, Florián Chlebek, más conocido por El viejo Florián.

—¿Qué sucedió hace una hora aquí, con tu tío Florián? No quiero escusas como las que pienso que quieres decir.

—No lo puedes saber.

—Dije sin escusas de mierda, padre.

—Esa boca Zarek, estás hablando con tu padre, más respeto —dio un golpe firme y fuerte, en la mesa, me asusta un poco pero rápidamente me recompongo. ¡Está furioso!

—Pero yo quiero...

—Lo que tú quieras me importa en esto momento nada. Qué te entre de una vez en tu cabeza que parece que solo tiene serrín, en vez de un cerebro en condiciones con el cual puedas pensar, que no todo es cuando al señorito Zarek Chlebek le convenga y quiera, no. En la vida también hay que aprender a esperar, y tu eso no lo sabes hacer, lo quieres ya, y si no viene una de tus rabietas de niño pequeño.

—Solo quiero saber eso. Entiende tú también. Me entero de las cosas gracias unas voces que escucho, que contra más las escucho, y desde que he escuchado esta mañana la voz de tu tío, estoy casi seguro que una de las voces en mi cabeza que habla, es él.

—¿Cómo? — ¡Ups! Creo que es una noticia primeriza para él.

—Cuando me quedo parado y con los ojos como platos, empiezo a escuchar voces de personas, y casi todas las conversación son de mí, ¿curioso, no?

—¡Joder! —maldice, golpeando de nuevo la mesa con su puño, esta vez el derecho —. Todavía no es momento de saber la verdad Zarek, aun no. Paciencia. Sácala de donde la tengas escondida —me mira detenidamente —, la necesitaras.

—Si me entero de la verdad a través de las voces, luego no me vengas con reclamos papá —lo señalo con el dedo mientras me levanto de la silla —, yo estaré advertido, pero tú no te quedas atrás.

—Zarek... —advierte Dyzek, no le hago caso, estoy cegado.

—¡Basta ya! Dejarme todos tranquilos —con eso, salgo de la biblioteca y voy directamente a mi habitación.

Estaba calado de arriba abajo, no se me había secado nada. En cuanto entre a mi habitación, me deshice de toda mi ropa y camine hasta llegar al baño, me mire en el espejo, el color verde de mi pelo había oscurecido por la lluvia. Muevo mi cabeza de un lado a otro para despegar los pelos que se me han quedado pegados en mi cara y me echo un par de mechones hacia atrás. Me duche rápidamente para quitar el frío de mi cuerpo y no resfriarme; solo me faltaba que me pasara eso. La última vez que me enferme fue hace mucho, era tan solo un niño.

Voy a mi armario y cojo lo primero que encuentro, que es un pantalón de chándal gris y una camiseta básica blanca, para estar en casa no hay que vestirse de punta en blanco.

El mundo de ZarekWhere stories live. Discover now